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Capítulo 16—Su poder, autoridad y seriedad
Cristo tenía una autoridad positiva
—Las verdades prácticas
que él pronunciaba, tenían un poder convincente, y cautivaban la
atención del pueblo. Las multitudes persistían en rodearlo, maravi-
llándose de su sabiduría. Sus gestos correspondían, con las grandes
verdades que proclamaba. No se excusaba, ni vacilaba, ni había una
sombra de duda o incertidumbre, en sus declaraciones. El hablaba
de lo terrenal y de lo celestial, de lo humano y de lo divino, con au-
toridad positiva; y la gente “quedó admirada de su doctrina, porque
les enseñaba con autoridad”.—
The Review and Herald, 6 de julio
de 1911
.
Esa autoridad era exclusivamente suya
—Cristo enseñaba con
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autoridad. El Sermón del Monte es una maravillosa producción, pero
al mismo tiempo tan sencillo que cualquier niño puede estudiarlo
y comprenderlo. El monte de las bienaventuranzas, es un símbolo
de la elevación espiritual donde siempre estaba Cristo. El habló
con una autoridad, que era exclusivamente suya.—
Fundamentals of
Christian Education, 407
.
Su autoridad real en el templo
—Cristo hablaba con la autori-
dad de un rey, y en su aspecto y en el tono de su voz, había algo a
lo cual no podían resistir. Al oír la orden, se dieron cuenta, como
nunca antes, de su verdadera situación de hipócritas y ladrones.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 134
.
Sus palabras penetraban con fuerza irresistible
—Pronunció
con claridad y poder, las palabras que debían llegar hasta nuestro
tiempo, como un tesoro de bondad. Cuán preciosas fueron esas
palabras, y cuán animadoras. De sus labios divinos emanaron, con
plena y abundante seguridad, las bendiciones que lo señalaban como
la fuente de toda bondad, y que tenía la prerrogativa de bendecir a
todos los presentes, e influir en sus mentes...
Hubo ocasiones, cuando Cristo habló con una autoridad, que
hacía que sus palabras penetraran con fuerza irresistible, con un
sentimiento abrumador de la grandeza del que hablaba, y los instru-
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