Página 69 - La Voz

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Su poder, autoridad y seriedad
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mentos humanos, se redujeron a la nada, en comparación con Aquel
que estaba ante ellos. Fueron profundamente conmovidos; quedaron
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convencidos de que estaba repitiendo la orden proveniente de la glo-
ria más excelsa. Mientras él invitaba al mundo para que escuchara,
quedaron maravillados y extasiados, y la convicción llegó a sus men-
tes. Cada palabra se abrió lugar, y los oyentes creyeron y recibieron
palabras, que no pudieron resistir. Cada palabra que Cristo pronun-
ció, les pareció a los oyentes, como la vida de Dios.—
Comentario
Bíblico Adventista 5:1060
.
Su poder era como poderosa tempestad
—Cristo habló con
un poder, que influyó en el pueblo como una poderosa tempestad:
“Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada, mas vosotros
cueva de ladrones la habéis hecho”. Su voz repercutió por el templo
como trompeta. El desagrado de su rostro parecía fuego consumi-
dor. Ordenó con autoridad: “Quitad de aquí esto”.
Juan 2:16
.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 542
.
Era ejemplo para los padres y modelo para los hijos
—Jesús
era el modelo para los niños, y es también el ejemplo de los padres.
El hablaba, como quien tenía autoridad y su palabra tenía poder; sin
embargo, en todo su trato con hombres rudos y violentos, no empleó
una sola expresión desprovista de bondad o cortesía.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 474
.
Sus invitaciones eran llenas de compasión
—En sus requeri-
mientos había una señalada autoridad y también promesas, y sus
invitaciones estaban llenas de compasión y súplica. Con cuánta
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ternura les decía a los cansados: “Venid a mí todos los que estáis
fatigados y cargados, y yo os haré descansar”... Con cuánto poder
y compasión, exclamaba Jesús: “¡Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba!”—
The Review and Herald, 21 de febrero de 1893
.
Sus palabras no expresaban dudas ni incertidumbres
—El
hablaba, como uno que tiene autoridad, no como los escribas, con
dudas e incertidumbres. Con calma y poder proclamaba los princi-
pios vivientes de la verdad, haciéndolos más convincentes, por su
forma de presentarlos.—
The Review and Herald, 20 de agosto de
1903
.
En sus palabras no había sombras de dudas
—Cristo vino a
revelar la verdad divina al mundo. El enseñaba como quien tenía
autoridad. El hablaba como nadie había hablado jamás. En sus mo-