Página 296 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El trigo y la cizañ
En otra parábola que Jesús presentó a sus discípulos, comparó
el reino de los cielos a un campo en el cual un hombre sembró
buena simiente, pero, mientras dormía, el enemigo sembró cizaña.
Se le preguntó entonces al padre de la familia: “¿No sembraste
buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña? Y él les
dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos? Y él dijo: No; porque
cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo. Dejad
crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la
siega yo diré a los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en
manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.”
Mateo
13:27-30
. Si se hubiese ejercido fidelidad y vigilancia, si nadie
hubiese dormido y manifestado negligencia, el enemigo no habría
tenido una oportunidad tan favorable para sembrar la cizaña entre
el trigo. Satanás no duerme nunca. Siempre vela y aprovecha toda
oportunidad de mandar sus agentes a diseminar el error, pues halla
suelo propicio en muchos corazones no santificados.
Los que creen sinceramente en la verdad son entristecidos y ven
sus pruebas y pesares muy acrecentados por causa de los elementos
que están entre ellos y los molestan, desalientan y descorazonan
en sus esfuerzos. Pero el Señor quiere enseñarles a sus siervos una
lección de gran cuidado en todos sus movimientos. “Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro.” No arranquéis por la fuerza la cizaña,
no sea que al desarraigarla, se desarraiguen también las preciosas
plantas. Tanto los ministros como los miembros de la iglesia deben
ser cautelosos, no sea que manifiesten un celo que no esté de acuerdo
con el conocimiento. Hay peligro de hacer demasiado para curar
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en la iglesia dificultades que, si se las dejara en paz, con frecuen-
cia se solucionarían solas. Es una conducta equivocada intervenir
prematuramente en cualquier iglesia. Debemos ejercer el mayor
cuidado, paciencia y dominio propio para soportar estas cosas, y
Testimonios para la Iglesia 3:113-116 (1872)
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