392
Joyas de los Testimonios 1
debilita su poder de resistir a los clamores del apetito y la pasión en
otros respectos, en la proporción en que ha fortalecido la propensión
[424]
a los hábitos incorrectos relacionados con el comer.
Es necesario inculcar en las madres la obligación que tienen para
con Dios y el mundo, de dar a la sociedad hijos de carácter bien desa-
rrollado. Los hombres y mujeres que suben al escenario de acción
con principios firmes, estarán preparados para permanecer puros en
medio de las contaminaciones morales de esta era corrompida
* * * * *
Siendo que un estado mental sano depende de la condición
normal de las fuerzas vitales, ¡cuánto cuidado debería ejercerse para
no usar estimulantes ni narcóticos! El tabaco es un veneno lento e
insidioso, y sus efectos son más difíciles de eliminar del organismo
que los del alcohol. ¿Qué fuerza puede tener el devoto del tabaco
para detener los progresos de la intemperancia? Debe haber una
revolución en nuestro mundo con respecto al tabaco antes que se
ponga el hacha a la raíz del árbol.
Pero vayamos un paso más adelante. El té y el café están fomen-
tando el anhelo de ingerir estimulantes más fuertes, como el tabaco y
las bebidas alcohólicas. Avancemos un poco más, hasta examinar las
comidas diarias, las mesas que se tienden en las familias cristianas.
¿Se práctica la temperancia en todas las cosas? ¿Se practican allí las
reformas esenciales para la salud y la felicidad?
Todo verdadero cristiano debe dominar su apetito y sus pasiones.
A menos que esté libre de la servidumbre y esclavitud del apetito,
no puede ser siervo fiel y obediente de Cristo. La complacencia
del apetito y la pasión hacen que la verdad no tenga efecto sobre
el corazón. Es imposible que el espíritu y el poder de la verdad
santifiquen a un hombre en alma, cuerpo y espíritu cuando está
dominado por el apetito y la pasión
[425]
Todos deben custodiar los sentidos, no sea que Satanás obtenga
la victoria sobre ellos; porque son las avenidas del alma
* * * * *
Testimonios para la Iglesia 3:562, 563 (1875)
.
Testimonios para la Iglesia 3:569, 570 (1875)
.
Testimonios para la Iglesia 3:507 (1875)
.