Página 442 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

Basic HTML Version

La prueb
Nuestros casos se hallan pendientes en el tribunal del cielo. Día
tras día rendimos allí nuestras cuentas. Cada cual será recompensado
según sus obras. Los holocaustos y sacrificios no eran aceptables
para Dios en los tiempos antiguos, a menos que fuese correcto el
espíritu con que se ofrecía el don. Samuel dijo: “¿Tiene Jehová tanto
contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer
a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que
los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros.”
1 Samuel 15:22
. Todo el dinero de la tierra no puede comprar la
bendición de Dios ni asegurarnos una sola victoria.
Muchos harían cualquier sacrificio menos el que
deben
hacer,
que consiste en entregarse a sí mismos, en someter su voluntad a la
voluntad de Dios. Cristo dijo a sus dicípulos: “Si no os volviereis,
y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”
Mateo
18:3
. Esta es una lección de humildad. Debemos todos llegar a ser
humildes como niños a fin de heredar el reino de Dios.
Nuestro Padre celestial ve el corazón de los hombres y conoce su
carácter mejor que ellos mismos. Ve que algunos tienen susceptibili-
dades y facultades que, debidamente encauzadas, podrían emplearse
para su gloria, para ayudar en el adelantamiento de su obra. El prue-
ba a estas personas y en su sabia providencia las coloca en diferentes
puestos y circunstancias, para que revelen lo que está en su corazón
y los puntos débiles de su carácter, que ellas mismas desconocen.
Les da oportunidad de corregir estas debilidades, de pulir las toscas
aristas de su naturaleza y de prepararse para su servicio, a fin de
que cuando él las llame a obrar estén listas y los ángeles del cielo
[475]
puedan unir sus labores con el esfuerzo humano en la obra que debe
ser hecha en la tierra.
A los hombres a quienes Dios destina para ocupar puestos de
responsabilidad, él les revela en su misericordia sus defectos ocultos,
a fin de que puedan mirar su interior y examinar con ojo crítico las
Testimonios para la Iglesia 4:84-94 (1876)
.
438