Una consagración complet
Estimados Hnos. K***: En mi última visión, me fueron mos-
tradas algunas cosas referentes a vuestra familia. El Señor tiene
pensamientos de misericordia para con vosotros, y no os abando-
nará a menos que le abandonéis. L*** y M*** son tibios. Deben
despertarse y hacer esfuerzos para su salvación, o no alcanzarán
la vida eterna. Deben sentir una responsabilidad individual y ad-
quirir experiencia propia. Necesitan que el Espíritu Santo de Dios
obre en su corazón, y los induzca a amar y escoger la sociedad del
pueblo de Dios más que cualquier otra, y a separarse de los que no
aman las cosas espirituales. Jesús exige un sacrificio completo, una
consagración absoluta.
L*** y M***, no habéis comprendido que Dios exige vuestros
afectos indivisos. Habéis hecho profesión de santidad, y sin embargo,
habéis descendido al nivel muerto de los que profesan comúnmente
tener religión. Amáis la sociedad de los jóvenes que no tienen con-
sideración por las verdades sagradas que profesáis. En apariencia
os habéis asemejado a vuestros compañeros, y en realidad os habéis
conformado con un grado de religión que os hiciese agradables a
todos, sin merecer la censura de nadie.
Cristo lo exige todo. Si él requiriese menos, su sacrificio sería de-
masiado caro, demasiado grande para ponernos a ese nivel. Nuestra
fe santa clama por una separación. No debemos conformarnos con el
mundo, ni con los que profesan una fe muerta, sin corazón. “Refor-
maos por la renovación de vuestro entendimiento.”
Romanos 12:2
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Este es un camino de abnegación. Y cuando pensamos que el camino
es demasiado estrecho, que se exige demasiada abnegación en esta
senda estrecha; cuando decimos: ¡Cuán duro es renunciar a todo!,
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hagámonos la pregunta: ¿A cuánto renunció Cristo por mí? Esto
ensombrece cualquier actitud que nosotros llamemos abnegación.
Contemplemos a Jesús en el huerto, mientras suda grandes gotas
de sangre. Un ángel solitario es enviado del cielo para fortalecer
Testimonios para la Iglesia 1:240-243 (1861)
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