Página 115 - Mente, Car

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Comprensión
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y sabiduría para tratar con las mentes humanas? Si los instructores
no tienen el amor de Cristo en su corazón, no son idóneos para
llevar las graves responsabilidades confiadas a quienes educan a los
jóvenes. Careciendo ellos mismos de la educación superior, no saben
tratar con las mentes humanas. Su propio corazón insubordinado
procura dominar; el sujetar a una disciplina tal el carácter y la mente
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plástica de los niños es dejar sobre esta cicatrices y magulladuras
que nunca se eliminarán.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 185 (1913)
.
Se requiere el discernimiento más sutil
El Señor me ha mostrado, de muchas maneras y en diferentes
ocasiones, cuán cuidadosos hemos de ser al trabajar con los jóvenes,
que se requiere el discernimiento más sutil para tratar con las mentes.
Todo aquel que tenga algo que ver con la educación y preparación
de los jóvenes, necesita vivir muy cerca del gran Maestro, para
participar de su Espíritu y manera de trabajar. Tiene que dar lecciones
que impacten el carácter y la obra de toda la vida de aquellos a
quienes instruye.—
Obreros Evangélicos, 348 (1915)
.
La relación personal es esencial
En toda enseñanza verdadera, es esencial la relación personal.
Al enseñar, Cristo trató individualmente con los hombres. Educó
a los doce por medio del trato y la asociación personales. Sus más
preciosas instrucciones fueron dadas en privado, y con frecuencia
a un solo oyente. Reveló sus más ricos tesoros al honorable rabino
en la entrevista nocturna celebrada en el Monte de los Olivos, y a la
mujer despreciada, junto al pozo de Sicar, porque en esos oyentes
percibió un corazón sensible, una mente abierta, un espíritu recepti-
vo. Ni siquiera la muchedumbre que con tanta frecuencia seguía sus
pasos era para Cristo una masa confusa de seres humanos. Hablaba y
exhortaba en forma directa a cada mente y se dirigía a cada corazón.
Observaba los rostros de sus oyentes, veía cuando se iluminaban,
notaba la mirada rápida y de comprensión que revelaba el hecho
de que la verdad había llegado al alma, y su corazón vibraba en
respuesta con gozosa bondad.—
La Educación, 231 (1903)
.