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Mente, Carácter y Personalidad 1
precioso se malgasta, que podría ser dedicado al estudio del Modelo
de la verdadera bondad.—
Mensajes para los Jóvenes, 278 (1880)
.
La mente se hundirá en la imbecilidad (palabras de
advertencia a una ama de casa discapacitada)
Durante años su mente ha sido como un arroyo susurrante casi
lleno de rocas y malezas, cuya agua se desperdicia. Si sus facultades
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estuvieran controladas por propósitos elevados no sería inválida
como es ahora. Se le antoja que sus caprichosos apetitos deben ser
complacidos, así como su deseo de leer excesivamente.
Vi arder la lámpara a la medianoche en su pieza mientras usted
leía alguna historia fascinante, aguijando así su ya sobreexcitado
cerebro. Esta conducta ha estado disminuyendo su vitalidad, y debi-
litándola física, mental y moralmente. La irregularidad ha causado
desorden en su casa, y si esto continúa, hundirá su espíritu en la
imbecilidad. Usted ha abusado del tiempo de gracia que Dios le
concedió y lo ha despilfarrado.—
Joyas de los Testimonios 1:571
(1880)
.
Ebrios mentales
Los lectores de cuentos frívolos y excitantes se incapacitan para
los deberes de la vida práctica. Viven en un mundo irreal. He obser-
vado a niños a quienes se había permitido hacer una práctica de la
lectura de tales historias. En su casa o fuera de ella, estaban agitados,
sumidos en ensueños y no eran capaces de conversar sino sobre los
asuntos más comunes. La conversación y el pensamiento religiosos
eran completamente ajenos a su mente. Al cultivar el apetito por las
historias sensacionalistas, se pervirtió el gusto mental, y la mente
no queda satisfecha a menos que se la alimente con este alimento
malsano. No puedo pensar en un nombre más adecuado para los que
se dedican a tales lecturas que el de ebrios mentales. Los hábitos
intemperantes en la lectura tienen sobre el cerebro el mismo efecto
que los hábitos intemperantes en el comer y beber tienen sobre el
cuerpo.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de
la Educación Cristiana, 127 (1913)
.