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Mente, Carácter y Personalidad 1
Cristo nunca fue apasionado
Cristo practicó en su vida sus propias enseñanzas divinas. Su
celo nunca lo llevó a ser apasionado. Manifestó consecuencia sin
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obstinación, benevolencia sin debilidad, ternura y amor sin senti-
mentalismo. Era muy sociable y sin embargo poseía una reserva y
dignidad que no estimulaban familiaridades indebidas. Su tempe-
rancia nunca lo llevó al fanatismo ni a la austeridad rigurosa. No
se conformó a este mundo, y sin embargo no fue indiferente a las
necesidades del más pequeño entre los hombres. Estaba pendiente de
las necesidades de todos.—
Manuscrito 132, 1902
;
El Evangelismo,
461
.
Tacto para tratar con mentes prejuiciadas
Variaba sus mensajes de misericordia para adaptarlos a su au-
ditorio. Sabía “hablar palabras al cansado” (
Isaías 50:4
) porque la
gracia se derramaba de sus labios, con el propósito de inculcar a los
hombres los tesoros de la verdad de la manera más atrayente. Tenía
tacto para tratar con los espíritus llenos de prejuicios, y los sorpren-
día con ilustraciones que conquistaban su atención.—
El Deseado de
Todas las Gentes, 219 (1898)
.
Llegó hasta las profundidades de la miseria humana
Recorrió toda senda en la que se extravían las almas. Llegó hasta
las mismas profundidades de la miseria y la angustia humanas.—
Carta 50, 1897
.
Combate el poder de Satanás sobre la mente
[Cristo] vio el poder—el poder engañoso—de Satanás sobre las
mentes humanas, y se comprometió a venir a esta tierra. Pone a
un lado su manto real, se quita la corona real, abandona su alto
mando, desciende del trono de gloria como Comandante supremo
de todo el cielo, y viste su divinidad con humanidad, para que la
humanidad pueda alcanzar a la humanidad. Para eso vino a esta
tierra. Vino directamente a nuestro mundo para tomar sobre sí la
naturaleza del hombre, para pasar por todas las pruebas, todas las