La escuela y el maestro
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Si un maestro no puede sentir la responsabilidad y el cuidado que
debería revelar al tratar con las mentes humanas, es que su educación
en algunos casos ha sido muy defectuosa. En la vida de hogar la
educación ha sido perjudicial para el carácter, y es triste reproducir
este carácter y conducción defectuosos en los niños puestos bajo su
cuidado.—
Fundamentals of Christian Education, 260, 261 (1893)
.
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Responsabilidades que no son para los inexpertos
La escuela de la iglesia de Battle Creek es una parte importante
de la viña que ha de ser cultivada. Se necesitan mentes bien equili-
bradas y caracteres simétricos en los maestros en todas las áreas. No
entreguen esta tarea en manos de jóvenes y señoritas que no sepan
cómo tratar con las mentes humanas. Esto ha sido un error, y ha
producido un mal en los niños y jóvenes bajo su cuidado [...].
Hay que tratar con toda clase de caracteres en los niños y jóve-
nes. Sus mentes son fáciles de impresionar. Cualquier exhibición
apresurada y apasionada de parte del maestro puede destruir su in-
fluencia para el bien en los alumnos que se pretende que eduque.
¿Será esta educación para el bien actual y el bien eterno futuro de
los niños y jóvenes? Hay que ejercer una influencia correcta sobre
ellos para su crecimiento espiritual.—
Manuscrito 34, 1893
.
Consejo a un maestro de genio exaltado
Cada maestro tiene su propio rasgo peculiar de carácter que debe
vigilar para que Satanás no lo use como su agente para destruir almas
mediante sus rasgos de carácter no consagrados. La única seguridad
para los maestros es aprender diariamente en la escuela de Cristo, su
mansedumbre, su humildad de corazón; entonces el yo se esconderá
en Cristo, y humildemente llevará el yugo de Cristo y considerará
que está tratando con la herencia de él.
Debo señalarle que se me mostró que los mejores métodos no
se han practicado siempre al tratar con los errores y faltas de los
alumnos, y el resultado ha sido que se han puesto en peligro las
almas, y algunas se han perdido. El mal genio de los maestros, los
movimientos imprudentes y la dignidad propia han hecho su obra
perversa. No hay forma de vicio, mundanalidad o ebriedad que