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El amor, un principio divino y eterno
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El amor vive de la acción
El amor no puede vivir sin acción, y cada acto lo aumenta, for-
talece y extiende. El amor alcanzará la victoria donde la discusión
y la autoridad sean impotentes. El amor no trabaja por ganancia o
recompensa; sin embargo, Dios ha manifestado que toda labor de
amor tendrá una gran ganancia como seguro resultado. Su naturaleza
es difundirse, y trabajar en forma tranquila, aunque en su propósito
es poderoso para vencer grandes males. Su influencia enternece y
transforma, y al apoderarse de la vida de los pecaminosos afecta
su corazón aun cuando ningún otro medio haya tenido éxito. Don-
dequiera que se emplee el poder del intelecto, de la autoridad o de
la fuerza, y no se manifieste la presencia del amor, los afectos y la
voluntad de aquellos a quienes procuramos alcanzar, asumen una
actitud defensiva y rebelde, y se refuerza su resistencia. Jesús fue el
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Príncipe de paz. Vino al mundo para poner en sujeción a sí mismo
la resistencia y la autoridad. Podía disponer de sabiduría y fortaleza,
pero los medios que empleó para vencer el mal, fueron la sabiduría
y la fuerza del amor.—
Joyas de los Testimonios 1:208 (1868)
.
Evidencias de un nuevo principio de vida
Cuando los hombres no están vinculados por la fuerza o los
intereses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una in-
fluencia que está por encima de toda influencia humana. Donde
existe esta unidad, constituye una evidencia de que la imagen de
Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido implantado
un nuevo principio de vida. Muestra que hay poder en la naturaleza
divina para resistir a los agentes sobrenaturales del mal, y que la gra-
cia de Dios subyuga el egoísmo inherente en el corazón natural.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 632 (1898)
.
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