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Mente, Carácter y Personalidad 1
Las percepciones humanas son una guía insegura
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno,
todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu
cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas,
¿cuántas no serán las mismas tinieblas?”
Mateo 6:22, 23
.
Estas palabras tienen dos significados, uno literal y otro figurado.
Están llenas de verdad con respecto al ojo corporal, con el cual
vemos los objetos externos. Y también son ciertas con respecto al
ojo espiritual, la conciencia, con la cual evaluamos el bien y el mal.
Si el ojo del alma, la conciencia, es perfectamente saludable, el alma
será bien enseñada.
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Pero cuando la conciencia es guiada por las percepciones huma-
nas, que no están subyugadas ni suavizadas por la gracia de Cristo,
la mente está enferma. Las cosas no se ven en su verdadera relación.
La imaginación se sobreexcita, y el ojo de la mente ve las cosas bajo
una luz distorsionada y falsa.
Usted necesita una visión clara y llena de amor. Su conciencia
ha sido violada, y se ha endurecido, pero si usted sigue una conducta
correcta, recibirá una sensibilidad renovada.—
Carta 45, 1904
.
Cuándo podemos confiar en la conciencia
Hay quien dice: “Mi conciencia no me condena al no guardar
los mandamientos de Dios”. Pero en la Palabra de Dios leemos que
hay buenas y malas conciencias, y el hecho de que su conciencia no
lo condene al no guardar la ley de Dios no demuestra que usted esté
sin condenación a la vista de él.
Lleven su conciencia a la Palabra de Dios y vean si su vida
y su carácter están en armonía con la norma de justicia que Dios
ha revelado allí. Ustedes pueden entonces decidir si tienen una
fe inteligente o no, y qué clase de conciencia es la suya. Uno no
puede confiar en la conciencia del hombre a menos que esté bajo la
influencia de la gracia divina. Satanás se aprovecha de la conciencia
no iluminada, y por ella conduce a los hombres a toda clase de
engaños, porque no han hecho de la Palabra de Dios su consejera.
Muchos han inventado un evangelio propio de la misma manera en