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Mente, Carácter y Personalidad 1
harán no se borrarán nunca; y la educación así impartida perdurará
por toda la eternidad. Lo que se descuide durante este proceso de
educación permanecerá probablemente sin hacerse. ¿Quién quiere
emprender esta obra?
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Cuánto quisiéramos tener jóvenes fuertes, arraigados y afirmados
en la fe, que tengan una comunión viva con Dios, que puedan, si así
se lo aconsejan nuestros hermanos dirigentes, entrar en los colegios
superiores de nuestro país, donde tendrían un campo más amplio de
estudio y observación. El trato con diferentes clases de mentes, el
familiarizarse con los trabajos y los métodos populares de educación,
y un conocimiento de la teología como se enseña en las principales
instituciones del saber, serían de gran valor para estos obreros, y
los prepararían para trabajar en favor de las clases educadas y para
hacer frente a los errores que prevalecen en nuestros tiempos. Este
fue el método seguido por los antiguos valdenses; y, si son fieles a
Dios, nuestros jóvenes, como los suyos, harían una buena obra, aun
mientras adquieren su educación, sembrando la semilla de la verdad
en otras mentes.—
Joyas de los Testimonios 2:228, 229 (1885)
.
Los hábitos correctos dejan impresiones en el carácter
La formación de hábitos correctos ha de dejar su impresión
en la mente y el carácter de los niños para que puedan ejercitarse
en el buen camino. Significa mucho conducir a esos niños bajo la
influencia directa del Espíritu de Dios, educarlos y disciplinarlos en
la amonestación del Señor. La formación de hábitos correctos, la
manifestación de un espíritu correcto, requerirá esfuerzos fervientes
en el nombre y el poder de Jesús. El instructor debe perseverar, y
dar línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y
un poco allá, con toda paciencia y misericordia, bondad y amor,
uniendo a esos niños con su corazón por el amor de Cristo revelado
en sí mismo.—
Fundamentals of Christian Education, 268 (1893)
.
Los caracteres no se forman en un mismo molde
Los maestros han de considerar que no están tratando con án-
geles, sino con seres humanos con pasiones semejantes a las de
ellos mismos. Los caracteres no se forman en un mismo molde. Los