Principios de estudio y aprendizaje
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niños reciben como herencia todos los aspectos del carácter. De este
modo en sus rasgos de carácter se revelan los defectos y las virtudes.
Cada maestro debe tomar esto en consideración. Las deformidades
heredadas y cultivadas del carácter humano, así como también su be-
lleza de carácter, tendrán que ser afrontadas, y el maestro necesitará
cultivar mucha gracia para saber cómo tratar con los que yerran para
su bien presente y eterno. Si se abrigan el impulso, la impaciencia,
el orgullo, el egoísmo y la estima propia, resultarán en un mal que
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puede arrojar el alma al campo de batalla de Satanás sin la sabiduría
para conducir su nave, pero además estará en peligro de ser arro-
jado al antojo de las tentaciones de Satanás hasta que naufrague.
Cada maestro tiene que vigilar sus propios rasgos de carácter, no sea
que Satanás lo use como su agente para destruir almas a través de
sus propios rasgos de carácter no consagrados.—
Fundamentals of
Christian Education, 277, 278
.
Debe ser como Cristo al tratar con las mentes
Debe ejercitarse diariamente una agencia operativa, una fe que
obra por amor y purifica el alma del educador. ¿Ha puesto usted
como su más elevada autoridad la voluntad revelada de Dios? Si
Cristo, la esperanza de gloria, ha sido formado en el interior, entonces
la verdad de Dios actuará de tal manera sobre su temperamento
natural que su agencia transformadora se revelará en un carácter
transformado, y usted no cambiará la verdad de Dios en mentira ante
sus alumnos por su influencia que opera mediante la revelación de
un corazón no santificado y genio fuerte; ni revelará, por medio de la
presentación de un temperamento egoísta, impaciente y no semejante
al de Cristo al tratar con la mente humana, que la gracia de Cristo
no es suficiente para usted en todo tiempo y lugar. De este modo
mostrará que la autoridad de Dios sobre usted no es meramente
nominal sino real y verdadera. Debe haber una separación de todo
lo que es objetable y no sea semejante a Cristo, por difícil que sea
para el verdadero creyente.—
Fundamentals of Christian Education,
263, 264 (1893)
.