Página 177 - Mente, C

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La escuela y el maestro
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como colaborador con Dios para socorrer a los que debería ayudar,
por precepto y por ejemplo, a obtener la inmortalidad.—
Manuscrito
15, 1898
.
Necesidad de adiestramiento práctico
—El estudio del latín y
del griego es de mucho menor importancia para nosotros mismos,
para el mundo y para Dios, que el estudio y el uso cuidadoso de toda
la maquinaria humana. Es un pecado estudiar libros y descuidar el
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conocimiento de los diversos ramos de utilidad en la vida práctica.
En algunos, la aplicación íntima a los libros es un desperdicio. La
maquinaria física que no está sometida a esfuerzos, conduce a una
gran actividad cerebral. Este llega a ser el taller del diablo. La vida
que ignora la casa donde vivimos, nunca llegará a ser armoniosa.—
Carta 103, 1897
.
Libros de texto y modelos de pensamiento
—Con voz so-
lemne el Orador continuó: “¿Encuentran ustedes que estos autores
[incrédulos] tienen aquello que pueden recomendar como esencial
para la verdadera educación superior? ¿Se atreverían a recomendar
su estudio a los alumnos que ignoran su verdadero carácter? Los
hábitos equivocados de pensamiento, una vez aceptados, llegan a
ser un poder despótico que atrapa la mente como con una mano de
acero. Si muchos que han recibido y leído estos libros nunca los
hubieran visto y en cambio hubieran aceptado las palabras del divino
Maestro, estarían mucho más adelantados de lo que están ahora en
el conocimiento de las verdades divinas de la Palabra de Dios, las
cuales hacen sabios a los hombres para su salvación. Estos libros
han conducido a miles hacia donde Satanás condujo a Adán y Eva:
a un conocimiento que Dios les prohibió tener. Por medio de sus
enseñanzas, los estudiantes se han vuelto de la Palabra del Señor a
las fábulas”.—
The Review and Herald, 12 de marzo de 1908
.
Los amplios principios de la Biblia han de controlar los con-
ceptos
—Sobre la mente de cada estudiante debería impresionarse
el pensamiento de que la educación es un fracaso a menos que el
entendimiento haya aprendido a apoderarse de las verdades de la
revelación divina, y a menos que el corazón acepte las enseñanzas
del evangelio de Cristo. El estudiante que, en lugar de los amplios
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Véase el capítulo 13, Alimento para la mente.
Véase el capítulo 11, El estudio de la Biblia y la mente.