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Mente, Cáracter y Personalidad 1
principios de la Palabra de Dios, acepte ideas comunes y permita
que se absorba su tiempo y atención con asuntos vulgares y triviales,
encontrará que su mente se empequeñecerá y debilitará; perderá la
capacidad de crecer. La mente debe ser educada para comprender
las importantes verdades que conciernen a la vida eterna.—
Carta 64,
1909
.
El mejor uso de las partes de la máquina humana
—Si los
maestros hubieran estado aprendiendo las lecciones que el Señor
deseaba que aprendieran, no habría una clase de alumnos cuyas
cuentas deban ser pagadas por alguien o deban salir del colegio con
una pesada deuda sobre ellos. Los educadores no están haciendo
la mitad de su trabajo cuando saben que un joven está dedicando
años de intensa aplicación al estudio de los libros, y no busca ganar
los medios necesarios para pagar sus estudios, y sin embargo no
hacen nada sobre el asunto. Debería investigarse cada caso, debería
preguntarse con bondad e interés por cada uno de estos jóvenes para
evaluar su situación financiera.
Uno de los estudios puesto ante él como muy valioso debería
ser el ejercitar la razón que Dios le ha dado en armonía con sus
poderes físicos, su cabeza, su cuerpo, sus manos y sus pies. El
uso correcto del propio ser es la lección más valiosa que se puede
aprender. No debemos hacer sólo trabajo cerebral y detenernos allí,
o hacer esfuerzos físicos y detenernos allí; sino que hemos de hacer
el mejor uso de cada una de las diferentes partes que componen la
maquinaria humana: cerebro, huesos y músculos, cuerpo, cabeza
y corazón. Ningún hombre está preparado para el ministerio si no
entiende cómo hacer esto.—
Carta 103, 1897
.
Los maestros cooperan en la recreación
—Veo algunas cosas
aquí en Suiz
que pienso que son dignas de imitar. Los maestros de
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las escuelas a menudo salen con sus alumnos mientras están jugando
y les enseñan cómo recrearse, y están cerca para reprimir cualquier
desorden o faltas. A veces sacan a sus alumnos y tienen una larga
caminata con ellos. Me gusta esto; pienso que hay menos oportu-
nidades para que los niños cedan a las tentaciones. Los maestros
parecen participar de los deportes de los niños y regularlos.
Escrito mientras la autora visitaba Europa, 1885-1887.