Página 212 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
el pastor José Bates, el padre Pierce
el pastor [Hiram] Edson y
otros que eran perspicaces, nobles y leales, se contaban entre los
que, después de pasar la fecha de 1844, escudriñaron en procura de
la verdad como quien busca un tesoro escondido. Me reunía con
ellos, y estudiábamos y orábamos fervientemente. Con frecuencia
permanecíamos juntos hasta tarde en la noche, y a veces pasábamos
toda la noche orando en procura de luz y estudiando la Palabra.
Vez tras vez, esos hermanos se reunían para estudiar la Biblia a
fin de que pudieran conocer su significado y estuvieran preparados
para enseñarla con poder. Cuando llegaban al punto en su estudio
donde decían: “No podemos hacer nada más”, el Espíritu del Señor
descendía sobre mí y era arrebatada en visión y se me daba una
clara explicación de los pasajes que habíamos estado estudiando,
con instrucciones en cuanto a la forma en que debíamos trabajar y
enseñar con eficacia. Así se daba luz que nos ayudaba a entender los
textos acerca de Cristo, su misión y su sacerdocio. Una secuencia
de verdad que se extendía desde ese tiempo hasta cuando entremos
en la ciudad de Dios me fue aclarada, y yo comuniqué a otros las
instrucciones que el Señor me había dado.
Durante todo ese tiempo, no podía entender el razonamiento de
los hermanos. Mi mente estaba cerrada, por así decirlo, y no podía
comprender el significado de los textos que estábamos estudiando.
Este fue uno de los mayores dolores de mi vida. Quedaba en esta
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condición mental hasta que se aclaraban en nuestras mentes todos
los principales puntos de nuestra fe, en armonía con la Palabra de
Dios. Los hermanos sabían que cuando yo no estaba en visión, no
podía entender esos asuntos, y aceptaban como luz enviada del cielo
las revelaciones dadas.
Durante dos o tres años, mi mente continuó cerrada a la compren-
sión de las Escrituras. En el curso de nuestras tareas, mi esposo y yo
visitamos al padre Andrews
que estaba sufriendo intensamente de
reumatismo inflamatorio. Oramos por él. Puse mis manos sobre su
cabeza y dije: “Padre Andrews, el Señor Jesús te sana”. Fue sanado
instantáneamente. Se levantó y caminaba por la habitación alabando
Aquí se hace referencia a antiguos hermanos que fueron pioneros. “El padre Pierce”
era Esteban Pierce, que sirvió en la obra ministerial y administrativa en los primeros días.
El “padre Andrews” era Eduardo Andrews, padre de J. N. Andrews.—
Los compiladores
.
Véase la nota de la pp. 241.