Capítulo 28—La enemistad de Satanás contra la le
Cristo y la Ley
Desperté de mi sueño anoche con una gran carga sobre mi mente.
Estaba dando un mensaje a nuestros hermanos y hermanas, y era un
mensaje de amonestación e instrucción acerca de la obra de algunos
que sostienen teorías erróneas en cuanto a la recepción del Espíritu
Santo y la forma en que éste actúa mediante instrumentos humanos.
Se me indicó que se presentaría entre nosotros otra vez, en los
días finales del mensaje, un fanatismo similar al que tuvimos que
afrontar después de que pasó el tiempo en 1844, y que debemos
hacer frente a este mal tan decididamente ahora como lo hicimos
antaño.
Estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos.
Las profecías se están cumpliendo. Se está registrando en los libros
del cielo una historia extraña y significativa; acontecimientos que,
como se declaró, sucederían poco antes del gran día de Dios. Todo
en el mundo está alterado. Las naciones se han airado y se realizan
grandes preparativos para la guerra. Una nación conspira contra otra
y un reino contra otro. El gran día de Dios se apresura rápidamente.
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Pero aunque las naciones alistan sus fuerzas para la guerra y el
derramamiento de sangre, todavía está en vigencia la orden dada a
los ángeles de que retengan los cuatro vientos hasta que los siervos
de Dios sean sellados en sus frentes.
El mundo está comprobando ahora los resultados inevitables
de la transgresión de la ley de Dios. Habiendo completado su obra
creadora, el Señor descansó el séptimo día y lo santificó como el día
de su reposo, apartándolo como el día que el hombre debía dedicar
para el culto divino. Pero actualmente, por regla general, el mundo
desdeña por completo la ley de Jehová. Se ha instituido otro día en
lugar del día de reposo de Dios. El instrumento humano ha opuesto
Este artículo apareció en
The Review And Herald, 28 de enero de 1909
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