Página 255 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Capítulo 35—“Tentado en todo según nuestra
semejanza
La Encarnación: Naturaleza de Cristo
Después de la caída del hombre, Satanás declaró que los seres
humanos habían demostrado ser incapaces de guardar la ley de
Dios, y procuró arrastrar consigo al universo en esa creencia. Las
palabras de Satanás parecían ser verdaderas, y Cristo vino para
desenmascarar al engañador. La Majestad del cielo se hizo cargo
de la causa del hombre y con la misma ayuda que puede obtener
el hombre resistió las tentaciones de Satanás así como el hombre
debe resistirlas. Esta fue la única forma en la cual el hombre caído
pudo convertirse en participante de la naturaleza divina. Al tomar
la naturaleza humana, Cristo fue hecho idóneo para comprender las
pruebas y dolores del hombre y todas las tentaciones con las que es
acosado. Los ángeles que no estaban familiarizados con el pecado,
no podían simpatizar con el hombre en sus pruebas peculiares. Cristo
condescendió en tomar la naturaleza humana y fue tentado en todo
punto como nosotros para que pudiera saber cómo socorrer a todos
los que fueran tentados.
Al asumir la forma humana, Cristo tomó la parte de cada ser
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humano. El era la Cabeza de la humanidad. Siendo un Ser divino
y humano, con su largo brazo humano podía abarcar a la humani-
dad, mientras que con su brazo divino podía aferrarse del trono del
Infinito.
¡Qué espectáculo contempló así el cielo! Cristo, que no conocía
en lo más mínimo la mancha o contaminación del pecado, tomó
nuestra naturaleza en su condición deteriorada. Esta fue una humi-
llación mayor que la que pueda comprender el hombre finito. Dios
fue manifestado en carne. Se humilló a sí mismo. ¡Qué tema para el
pensamiento, para una profunda y ferviente contemplación! Aun-
que era tan infinitamente grande la Majestad del cielo, sin embargo
Este Artículo Apareció en
The Signs Of The Times, 9 de junio de 1898
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