Página 177 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Protejamos a nuestros hermano
Por los votos de su bautismo, cada miembro de la iglesia se
ha comprometido solemnemente a proteger los intereses de sus
hermanos. Todos estarán tentados a aferrarse a sus propios planes e
ideas, que les parecen buenos; pero deben velar y orar, y esforzarse
hasta el límite de su capacidad por edificar el reino de Jesús en el
mundo. Dios requiere de cada creyente que, hasta donde pueda,
evite a sus hermanos y hermanas toda influencia que tenga la menor
tendencia a dividirlos o a desviar sus intereses de la obra para este
tiempo presente. No sólo debe tener consideración por sus propios
intereses espirituales, sino que debe manifestar una preocupación
por las almas de aquellos con quienes se relacione y debe ejercer por
Cristo, un poder refrenador sobre otros miembros de la iglesia. Sus
palabras y su comportamiento deben ejercer una influencia que los
induzca a seguir el ejemplo de Cristo en la abnegación, el sacrificio
propio y el amor hacia los demás.
Si hay en la iglesia personas que ejerzan una influencia contraria
al amor y la benevolencia desinteresada que Jesús manifestaba hacia
nosotros y separan a sus hermanos, debe haber hombres fieles que
intervengan en estos casos con sabiduría, trabajando por sus almas,
aunque cuidando de que su influencia no afecte a los demás y que
la iglesia no sea extraviada por su desafecto y los falsos rumores.
Algunos están llenos de suficiencia propia. Unos pocos piensan que
tienen razón, pero ponen en duda y censuran todo acto ajeno. A estas
personas no se les debe permitir que pongan en peligro los intereses
de la iglesia. A fin de elevar el tono moral de la iglesia, cada uno
debe sentir que es su deber procurar la cultura espiritual personal,
por la práctica de los estrictos principios bíblicos, como a la vista de
un Dios santo.
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Entienda cada miembro de la iglesia que debe estar en paz con
Dios, que debe ser santificado por la verdad. Entonces podrá repre-
sentar el carácter cristiano ante los demás y ofrecer un ejemplo de
Testimonios para la Iglesia 5:480-490 (1889)
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