El don inestimabl
“Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual
nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en
Cristo: según nos escogió en él, ... para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, ... para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado: en el
cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por
las riquezas de su gracia.”
Efesios 1:3-7
.
“Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que
nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida
juntamente con Cristo; ... y juntamente nos resucitó, y asimismo nos
hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos
venideros las
abundantes riquezas
de su gracia en su bondad para
con nosotros en Cristo Jesús.”
Efesios 2:4-7
.
Tales son las palabras con que “Pablo el anciano,” “prisionero de
Cristo Jesús,” escribiendo desde su cárcel de Roma, se esforzó por
presentar a sus hermanos, aquello para cuya presentación plena el
lenguaje le resultaba inadecuado: “las inescrutables riquezas de Cris-
to,” el tesoro de la gracia que se ofrecía sin costo a los caídos hijos
de los hombres. El plan de la redención se basaba en un sacrificio,
un don. Dice el apóstol: “Porque ya sabéis la gracia de nuestro Señor
Jesucristo, que por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para
que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” “De tal manera
amó Dios al mundo, que
ha dado
a su Hijo unigénito.” Cristo
“se
dió a sí mismo
por nosotros para redimirnos de toda iniquidad.” Y
tenemos como bendición culminante de la redención,
“la dádiva de
[327]
Dios”
que “es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
2 Corintios
8:9
;
Juan 3:16
;
Tito 2:14
;
Romanos 6:23
.
“Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de
hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman.”
Por cierto que nadie, al contemplar las riquezas de su gracia, podrá
Testimonios para la Iglesia 5:729-737 (1889)
.
297