Página 366 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

Basic HTML Version

Las mujeres como obreras evangélica
La obra que se ha iniciado en lo relativo a ayudar a nuestras
hermanas a sentir su responsabilidad individual delante de Dios,
es una obra buena y necesaria Ha sido descuidada durante largo
tiempo. El Señor quiere que siempre insistamos en el valor del alma
humana, ante aquellos que no lo comprenden. Cuando esta obra se
hace en forma clara, sencilla y definida, podemos esperar que en
vez de descuidar los deberes familiares, se los cumplirá con más
inteligencia.
Si podemos organizar grupos regulares que reciban instrucciones
inteligentes acerca de la parte que sus miembros deben desempeñar
como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrán la vitalidad
que necesitan desde hace mucho. La excelencia del alma por cuya
salvación murió Cristo será apreciada. Nuestras hermanas llevan
generalmente una carga pesada con sus crecientes familias y sus
pruebas que nadie aprecia. Durante mucho tiempo he anhelado que
hubiese mujeres que pudiesen prepararse para ayudar a nuestras
hermanas a salir de su desaliento y sentir que podían hacer una obra
para el Señor. Esto hará penetrar en su propia vida rayos de sol que
se reflejarán en la vida de otras personas. Dios bendecirá a todos los
que participen en esta gran obra.
Muchas hermanas jóvenes, como también otras de más edad,
parecen rehuir la conversación religiosa. No aprecian sus oportu-
nidades. Cierran las ventanas del alma que debieran abrirse hacia
el cielo, y abren ampliamente las que miran hacia la tierra. Pero
cuando vean la excelencia del alma humana, cerrarán las ventanas
que dan a la tierra, que dependen de las diversiones mundanales y
las relaciones insensatas y pecaminosas, y abrirán las que dan al
[402]
cielo, para contemplar las cosas espirituales. La Palabra de Dios será
su garantía, su esperanza, su paz. Entonces podrán decir: “Recibiré
la luz del Sol de justicia, a fin de que resplandezca sobre otros.”
Testimonios para la Iglesia 6:114-118 (1900)
.
362