Página 451 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La necesidad del mund
Cuando Cristo vió las multitudes que se habían reunido alrede-
dor de él, “tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y
esparcidas como ovejas que no tienen pastor.” Cristo vió la enfer-
medad, la tristeza, la necesidad y degradación de las multitudes que
se agolpaban a su paso. Le fueron presentadas las necesidades y
desgracias de la humanidad de todo el mundo. En los encumbrados
y los humildes, los más honrados y los más degradados, veía almas
que anhelaban las mismas bendiciones que él había venido a traer;
almas que necesitaban solamente un conocimiento de su gracia para
llegar a ser súbditos de su reino. “Entonces dice a sus discípulos: A
la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al
Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
Mateo 9:36-38
.
Hoy existe la misma necesidad. Hacen falta en el mundo obreros
que trabajen como Cristo trabajó para los dolientes y pecaminosos.
Hay, a la verdad, una multitud que alcanzar. El mundo está lleno de
enfermedad, sufrimiento, angustia y pecado. Está lleno de personas
que necesitan que se las atienda: los débiles, impotentes, ignorantes,
degradados.
Muchos de los jóvenes de esta generación, aun en las iglesias,
instituciones religiosas y hogares que profesan ser cristianos, están
eligiendo la senda que conduce a la destrucción. Por medio de
costumbres intemperantes se acarrean enfermedades y por la codicia
de obtener dinero para sus costumbres pecaminosas caen en prácticas
ímprobas. Arruinan su salud y su carácter. Enajenados de Dios, y
parias de la sociedad, esos pobres seres consideran que no tienen
esperanza para esta vida ni para la venidera. Han quebrantado el
corazón de sus padres y los hombres los declaran sin esperanza;
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pero Dios los mira con compasiva ternura. El comprende todas las
circunstancias que los indujeron a caer bajo la tentación. Constituyen
estos seres errantes una clase que exige labor.
Testimonios para la Iglesia 6:254-260 (1900)
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