Página 515 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La Escuela Sabática
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La hora de la Escuela Sabática
La escuela sabática debe ser un lugar donde se buscan las joyas
de la verdad, se rescatan de su ambiente de error y se colocan en su
verdadero marco dentro del cuadro del Evangelio. Preciosas gemas
de verdad, que durante mucho tiempo se perdieron de vista, deben
ser devueltas ahora a los hijos de Dios. Los temas de la justificación
por la fe, la justicia de Cristo, deben ser presentados a nuestras
escuelas, a fin de que los jóvenes y los niños puedan comprender
estos temas importantes, y tanto los maestros como los alumnos
puedan conocer el camino de la salvación. Principios sagrados y
eternos relacionados con el plan de la salvación han estado durante
largo tiempo perdidos de vista, pero deben ser devueltos a su lugar
apropiado en el plan de salvación, aparecer en su luz celestial y
penetrar las tinieblas morales que rodean al mundo.
A fin de hacer la voluntad de Dios, debemos escudriñar su Pa-
labra para conocer su doctrina y dedicar a la tarea toda habilidad
que se nos confió. Debemos ser diligentes en oración y fervientes
mientras servimos con sencillez y de todo corazón a Dios. Los que
se dedican a enseñar en la escuela sabática deben tener hambre y sed
de la verdad divina, a fin de comunicar este espíritu a los que están
bajo su cuidado e inducir a sus alumnos a buscar la verdad como un
tesoro escondido. No queremos que nuestras escuelas sabáticas sean
dirigidas de tal manera que hagan hipócritas de los alumnos; porque
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los tales no harían progresar los intereses de la verdadera religión.
Por lo tanto, para que el Espíritu del Señor esté en vuestra escuela,
dedicad más atención a buscar a Dios que a tener todos los dispositi-
vos mecánicos deseables. Las altas exigencias están fuera de lugar
en la obra de la escuela sabática, y el funcionamiento mecánico de
la escuela es de poco valor si el Espíritu de Dios no enternece ni
amolda los corazones de maestros y alumnos
Lamento decir que en algunas escuelas prevalece la costumbre
de leer la lección del folleto. No debe hacerse así. No sería necesa-
rio, si el tiempo que se emplea con frecuencia innecesaria y hasta
pecaminosamente, se dedicase al estudio de las Escrituras. No hay
motivo para que los maestros y los alumnos de la escuela sabática
aprendan las lecciones de ella menos perfectamente que las leccio-
Ibid. 12, 13, 73
.