Página 517 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La Escuela Sabática
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Este asunto de dar no queda librado al impulso. Dios nos ha dado
instrucciones definidas al respecto. El ha especificado los diezmos
y las ofrendas como la medida de nuestra obligación, y desea que
demos regular y sistemáticamente. Pablo escribió a la iglesia de
Corinto: “Cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también
de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día
de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo
que por la bondad de Dios pudiere.”
1 Corintios 16:1, 2
. Examine
cada uno regularmente sus entradas, que son todas bendición de
Dios, y ponga aparte el diezmo como fondo separado, que ha de
ser sagrado para el Señor. Este fondo no debe emplearse en ningún
caso para otro uso; sino que se ha de dedicar solamente a sostener
al ministerio del Evangelio. Después que se ha puesto a un lado
el diezmo, separe cada uno como dones y ofrendas “lo que por la
bondad de Dios pudiere.”
Durante la dispensación judaica, al nacer los hijos se presentaba
una ofrenda a Dios, como él mismo lo había indicado.
En los cumpleaños se debe enseñar a los niños que tienen motivo
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de agradecer a Dios su bondad y su amor por haberles conservado la
vida durante otro año. Pueden impartírseles así lecciones preciosas.
Por la vida, la salud, el alimento y la ropa, no menos que por la
esperanza de la vida eterna, estamos en deuda con el Dador de toda
merced; y es nuestra obligación para con Dios reconocer sus dones y
presentar nuestras ofrendas de gratitud a nuestro mayor Bienhechor.
El Cielo reconoce estos donativos
Los objetivos para ganar almas
Como obreros de Dios necesitarnos manifestar más de Jesús y
menos del yo. Debemos tener preocupación por las almas y orar
diariamente a fin de que se nos dé fuerza y sabiduría para el sábado.
Maestros, conoced a vuestros alumnos. Orad con ellos, y enseñadles
a orar. Sienta ternura el corazón y sean las peticiones cortas y senci-
llas, pero fervientes. Sean vuestras palabras pocas y bien escogidas;
y aprendan vuestros alumnos de vuestros labios y vuestro ejemplo
que la verdad de Dios debe arraigarse en su corazón o no podrán
ellos resistir la prueba de la tentación. Queremos ver clases enteras
Ibid. 129, 130, 143
.