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Mente, Carácter y Personalidad 2
Oculté mis sentimientos lo mejor que pude de mi esposo y de
la familia de simpatizantes con la cual estábamos. Nadie se enteró
de mi pesar ni de mi aflicción mental cuando me unía con la familia
en los cultos matutinos y vespertinos, y trataba de despositar mi
preocupación en el gran Portador de cargas. Pero mis peticiones
provenían de un corazón abrumado por la angustia, y mis oraciones
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estaban rotas y desarticuladas por causa de un dolor incontrolable.
La sangre acudía a mi cerebro, y con frecuencia me causaba mareos
y casi me caía. A menudo tenía hemorragias nasales, especialmente
después de hacer un esfuerzo para escribir. Me veía obligada a dejar
de escribir, pero no podía desligarme de la carga de ansiedad y
responsabilidad que yacía sobre mí.—
Testimonies for the Church
1:576, 577 (1867)
.
Qué hacer con el pesar
¿Se siente hoy lleno de pesar? Fije sus ojos en el Sol de justicia.
No trate de solucionar todas las dificultades; en cambio, vuelva su
rostro a la luz, al trono de Dios. ¿Qué ve allí? El arco iris del pacto,
la viviente promesa de Dios. Debajo está el propiciatorio, y quien se
apropia de las provisiones de misericordia que han sido hechas, y
se apodera de los méritos de la vida y la muerte de Cristo, tiene en
el arco iris de la promesa la bendita seguridad de la aceptación del
Padre mientras exista el trono de Dios.
Lo que usted necesita es fe. No permita que su fe vacile. Libre
la buena batalla de la fe y eche mano de la vida eterna. Será una
batalla tremenda, pero líbrela a cualquier costo, porque las promesas
de Dios son sí y amén en Cristo Jesús. Ponga su mano en la de
Cristo. Habrá dificultades que vencer, pero ángeles que sobresalen
en fortaleza cooperarán con el pueblo de Dios. Dirija su mirada
hacia Sion, ábrase paso hacia la ciudad de las solemnidades. Una
gloriosa corona y una túnica tejida en el telar del cielo aguardan
al vencedor. Aunque Satanás proyecte su sombra infernal sobre
su senda, y trate de ocultar de su vista la mística escalera que se
extiende entre la tierra y el trono de Dios, por la cual ascienden y
descienden los ángeles que son espíritus ministradores para los que
serán herederos de la salvación, ábrase paso hacia las alturas, ponga