El miedo y los temores
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Satanás trata de gobernar por medio del miedo
Dios no violenta nunca la conciencia; pero Satanás recurre cons-
tantemente a la violencia para dominar a quienes no puede seducir
de otro modo. Por medio del temor o de la fuerza procura regir la
conciencia y hacerse tributar homenaje. Para conseguir esto, trabaja
por medio de las autoridades religiosas y civiles y las induce a que
impongan leyes humanas contrarias a la ley de Dios.—
Seguridad y
Paz en el Conflicto de los Siglos, 649 (1888)
.
Los temores se fortalecen cuando se consultan
Si consultamos nuestras dudas y temores, o procuramos des-
entrañar cada cosa que no veamos claramente, antes de tener fe,
solamente se acrecentarán y profundizarán las perplejidades. Pero si
vamos a Dios sintiéndonos desamparados y necesitados, como real-
mente somos, y con humilde y confiada fe le presentamos nuestras
necesidades a Aquel cuyo conocimiento es infinito, a quien nada se
le oculta y quien gobierna todas las cosas por su voluntad y palabra,
él puede y quiere atender nuestro clamor, y hará resplandecer su luz
en nuestro corazón. Por medio de la oración sincera nos ponemos
en comunicación con la mente del Infinito. Quizá no tengamos en el
momento ninguna prueba notable de que el rostro de nuestro Reden-
tor se inclina hacia nosotros con compasión y amor; sin embargo es
así. Podemos no sentir su toque manifiesto, mas pone su mano sobre
nosotros con amor y compasiva ternura.—
El Camino a Cristo, 96,
97 (1892)
.
Las causas de las enfermedades físicas y mentales
Lo que comunica a casi todos enfermedades del cuerpo y de la
mente, son los sentimientos de descontento y los anhelos insatisfe-
chos. No tienen a Dios, ni la esperanza que llega hasta dentro del
velo, que es para el alma un ancla segura y firme. Todos los que
poseen esta esperanza se purifican como él es puro. Estos estarán
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libres de inquietudes y descontento; no estarán buscando males con-
tinuamente ni acongojándose por dificultades prestadas. Pero vemos
a muchos sufrir dificultades de antemano; la ansiedad está estam-
pada en todas sus facciones; no parecen hallar consuelo, sino que