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La comunicación
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Pronunciemos palabras de valor y esperanza
Hay más de un alma valiente, acosada en extremo por la tenta-
ción, casi a punto de desmayar en el conflicto que sostiene consigo
misma y con las potencias del mal. No la desalientes en su dura
lucha. Alégrala con palabras de valor, ricas en esperanza, que la im-
pulsen por su camino. De este modo la luz de Cristo resplandecerá
de ti. “Ninguno de nosotros vive para sí”.
Romanos 14:7
. Por tu in-
fluencia inconsciente los demás pueden ser alentados y fortalecidos,
o desanimados y apartados de Cristo y de la verdad.—
El Camino a
Cristo, 121 (1892)
.
Pequeños actos de cortesía y palabras afectuosas
Son las pequeñas atenciones, los numerosos incidentes coti-
dianos y las sencillas cortesías, las que constituyen la suma de la
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felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar
palabras bondadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica
las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la
miseria de la vida. Se encontrará al fin que el haberse negado a sí
mismo para bien y felicidad de los que nos rodean, constituye una
gran parte de lo que se registra en el cielo acerca de la vida. Se des-
cubrirá también el hecho de que preocuparse de sí mismo, sin tener
en cuenta el bien o la felicidad de los demás, no pasa desapercibido
por nuestro Padre celestial.—
Joyas de los Testimonios 1:206 (1868)
.
Evitemos el sarcasmo, la indiferencia y la burla
Hemos de expresar nuestro amor, no solo por nuestros amigos,
sino por cada alma que tiene la mano y el corazón en el ministerio;
porque todos los que hacen esta obra son del Señor. Él trabaja por
medio de ellos. Aprenden lecciones de amor de la vida de Jesús.
Tengan cuidado los hombres acerca de cómo hablan a sus seme-
jantes. No debe haber ni egoísmo, ni señorío sobre la heredad del
Señor. El sarcasmo amargo no tiene que surgir en ninguna mente ni
en ningún corazón. Ni siquiera el matiz de la burla debe manifestarse
en la voz. Pronuncien una palabra egoísta, asuman una actitud indi-
ferente, manifiesten sospecha, prejuicio y rivalidad, y de esa manera
podemos hacer una obra perjudicial para un alma.—
Carta 50, 1897
.