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Cómo tratar con las emociones
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la experiencia religiosa.—
Manuscrito 42, 1904
;
Medical Ministry,
89
.
Poder divino: única esperanza de reforma
Sin el poder divino, no puede llevarse a cabo ninguna reforma
verdadera. Las vallas humanas levantadas contra las tendencias
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naturales y fomentadas no son más que bancos de arena contra un
torrente. Solo cuando la vida de Cristo es un poder vivificador en
nuestras vidas podemos resistir las tentaciones que nos acometen de
dentro y de fuera.—
El Ministerio de Curación, 92 (1905)
.
El poder de los agentes celestiales debe combinarse con el ser
humano. Solo de esta manera podemos tener éxito.—
Carta 34, 1891
.
No consideremos demasiado nuestras emociones
No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y estudie-
mos nuestras emociones. Si lo hacemos, el enemigo nos presentará
dificultades y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen el valor. El
fijarnos por demás en nuestras emociones y ceder a nuestros senti-
mientos es exponernos a la duda y enredarnos en perplejidades. En
vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jesús.—
El Ministerio
de Curación, 193 (1905)
.
El espíritu de Dios transforma las emociones negativas
Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma
la vida. Se desechan los pensamientos pecaminosos, se renuncia a
las malas acciones. El amor, la humildad y la paz ocupan el lugar
de la ira, la envidia y las rencillas. La tristeza es desplazada por la
alegría y el semblante refleja el gozo del cielo. Nadie ve la mano que
levanta la carga ni cómo desciende la luz de los atrios celestiales. La
bendición llega cuando el alma se entrega a Dios por fe. Entonces
ese poder, que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la
imagen de Dios.—
MeM 47 (1908)
.