Página 303 - Mente, C

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Control de una mente sobre otra
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convicciones. “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios
razón de sí”
Romanos 14:12
. Ninguno tiene el derecho de fundir su
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propia individualidad en la de otro. En los asuntos donde hay prin-
cipios en juego “cada uno esté asegurado en su ánimo”.
Romanos
14:5
. En el reino de Cristo no hay opresión señoril ni imposición de
costumbres. Los ángeles del cielo no vienen a la tierra para mandar y
exigir homenaje, sino como mensajeros de misericordia, para coope-
rar con los hombres en la elevación de la humanidad.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 505 (1898)
.
Las mentes de los hombres no deben ser manipuladas, ni enjae-
zadas, ni dirigidas por manos humanas.—
Manuscrito 43, 1895
.
La individualidad debe ser ejercida
—Dios permite que cada
persona ejercite su individualidad. Ninguna mente humana debe su-
mergirse en otra mente humana... Si nosotros imitáramos el ejemplo
de cualquier hombre—aun el de una persona a quien, a juicio nues-
tro, consideráramos casi perfecta de carácter—estaríamos poniendo
nuestra confianza en un ser humano imperfecto y defectuoso, que
es incapaz de comunicar una jota o un tilde de perfección a otro ser
humano.—
Nuestra Elavada Vocacion, 110 (1902)
.
Unidad sin desconocer la identidad
—Debemos unirnos aho-
ra... Pero recordemos que la unidad cristiana no significa que la
identidad de una persona debe quedar ocultada en la de otra, ni
que la mente de alguien debe controlar la de otro. Dios no le ha
dado a nadie el poder que algunos, mediante palabras y actos, pre-
tenden reclamar. El Señor quiere que cada hombre sea libre y siga
las indicaciones de su palabra.—
Testimonies for the Church 8:212
(1904)
.
La lealtad a Dios en contraposición con la lealtad a los hom-
bres
—Ud. pertenece a Dios en alma, cuerpo y espíritu. Su mente
pertenece al Señor, y sus talentos también. Nadie tiene derecho de
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controlar la mente de otra persona, ni prescribirle cuál es su deber.
Hay ciertos derechos que le corresponden a todo individuo que sirve
al Altísimo. Nadie tiene más derecho de arrebatarnos esos privilegios
que de quitarnos la vida. Dios nos ha dado libertad para pensar, y es
nuestra oportunidad seguir nuestras impresiones acerca del deber.
Somos sólo seres humanos, y un ser humano no tiene jurisdicción
Véase el capítulo 29, “Dependencia e independencia”.