Página 120 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Un poder transformador acompañó a la proclamación de los
mensajes del primer ángel y del segundo, e igualmente acompaña el
mensaje del tercer ángel. Esto impresionó las mentes humanas con
convicciones verdaderas. El poder del Espíritu Santo se manifestó.
Hubo estudio diligente y detallado de las Sagradas Escrituras. Se
dedicaron noches casi íntegras a una investigación fervorosa de la
Palabra. Buscamos la verdad como si hubiéramos buscado tesoros
escondidos. El Señor se reveló a nosotros. Se derramó luz sobre las
profecías, y supimos que habíamos recibido instrucción divina...
Después del gran chasco, hubo pocas personas que se dedicaron
de todo corazón a la investigación de la Palabra. Pero algunos no se
desanimaron ni negaron que el Señor los había guiado. A éstos la
verdad les fue revelada punto por punto, y se entrelazó con sus re-
cuerdos y sentimientos más apreciados. Los buscadores de la verdad
sentían que la identificación de Cristo con su naturaleza y sus intere-
ses era completa. Se hizo brillar la verdad hermosa en su sencillez,
honrada con poder e investida con una seguridad desconocida antes
del chasco. Entonces pudimos proclamar el mensaje en unidad.
Pero hubo gran confusión entre los que no se habían aferrado a su
fe y a su experiencia. Se presentaron todas las opiniones concebibles
como mensaje de verdad; pero la voz del Señor dijo: “No les creáis;
porque no los he enviado”.
Anduvimos cuidadosamente con Dios. Había que dar el mensaje
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al mundo, y sabíamos que esta verdad presente era un don especial
de Dios. La facultad de impartir ese don constituía una prerrogativa
de Dios. Sus hijos chasqueados, los que todavía buscaban la verdad,
fueron conducidos paso a paso para que comunicasen al mundo
lo que les había sido revelado. Había que repetir las declaraciones
proféticas, y había que dar a conocer la verdad esencial para la
salvación. Al comienzo la obra avanzó con dificultad. Con frecuencia
los que escuchaban rechazaban el mensaje como algo ininteligible,
y así comenzó el conflicto y se definió especialmente en torno a la
cuestión del sábado. Pero el Señor manifestó su presencia. En ciertas
ocasiones se descorría el velo que ocultaba su gloria de nuestros
ojos. Entonces podíamos contemplarlo en el lugar elevado y santo.
El Señor no inducirá ahora a las mentes a que pongan de lado la
verdad que el Espíritu Santo indujo a sus siervos a proclamar en el
pasado.