Página 137 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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¿Deberían los cristianos ser miembros de sociedades secretas?
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“¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios”.
Santiago 4:4
.
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al
uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Mateo 6:24
.
Pero debemos tener cuidado de no dejarnos dominar por un
espíritu de fanatismo e intolerancia. No debemos apartarnos de
los demás con una actitud que diga: “No te acerques a mí; yo soy
más santo que tú”. No se aleje de sus semejantes, sino que procure
impartirles la preciosa verdad que ha bendecido su propio corazón.
Demuestre que la suya es la religión del amor.
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos”.
Mateo 5:16
.
Pero si somos cristianos y tenemos el espíritu de Aquel que mu-
rió para salvar a los hombres de sus pecados, amaremos las almas de
nuestros semejantes lo suficiente como para contrarrestar sus place-
res pecaminosos mediante nuestra presencia o nuestra influencia. No
podemos aprobar su conducta asociándonos con ellos y participando
en sus fiestas y en sus concilios, donde Dios no está presente. Tal
conducta, en lugar de ser un beneficio para ellos, logrará únicamente
poner en duda la realidad de nuestra religión. Si actuásemos en esa
forma, seríamos luces falsas, y con nuestro ejemplo llevaríamos a
las almas hacia la ruina.
Hace poco leí acerca de un noble navío que surcaba las aguas
del mar, cuando a medianoche se estrelló contra una roca con un
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estruendo terrible; los pasajeros despertaron y comprendieron ho-
rrorizados cuál era su desesperada condición; se hundieron con su
barco para no volver a levantarse. El timonel había confundido la
luz del faro, y como resultado, cientos de almas fueron arrojadas a la
eternidad sin aviso previo. Si una parte de nuestro carácter desfigura
la imagen de Cristo, presentamos una falsa luz, y como resultado las
almas seguramente serán descarriadas por nuestro ejemplo.