Página 138 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Peligro de la decadencia espiritual
Los cristianos que se asocian con compañías mundanas se están
perjudicando a sí mismos y están descarriando a otros. Los que
temen a Dios no pueden elegir a los irreligiosos como compañeros
sin resultar dañados. En esas asociaciones son puestos bajo la in-
fluencia de principios y costumbres mundanales, y por influencia de
la compañía y el hábito, la mente llega a conformarse cada vez más
a las normas mundanas. Su amor a Dios se enfría, y no tienen más
deseos de estar en comunión con él. Llegan a ser ciegos espirituales.
No logran ver ninguna diferencia particular entre el transgresor de
la ley de Dios, y los que temen a Dios y guardan sus mandamientos.
Llaman a lo malo bueno y bueno a lo malo. El esplendor de las
realidades eternas se opaca. La verdad puede serles presentada en
forma evidente, pero ellos no sienten hambre por el pan de vida ni
sed por las aguas de salvación. Están bebiendo de cisternas rotas que
no pueden contener agua. Es muy fácil que mediante la asociación
con el mundo se asimile su espíritu y se reciba el molde de sus
conceptos, hasta el punto de no discernir la excelencia de Jesús y
de la verdad. Y el espíritu del mundo controlará nuestra vida en la
medida en que more en nuestro corazón.
Cuando los hombres no están bajo el control de la Palabra y
del Espíritu de Dios, son cautivos de Satanás, y no sabemos hasta
qué profundidad los introducirá en el pecado. El patriarca Jacob
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contempló a los que se complacían en la perversidad. Vio cuál
sería el resultado de la asociación con ellos, y mediante el Espíritu
exclamó: “En su consejo no entre mi alma, ni mi espíritu se junte en
su compañía”.
Génesis 49:6
. Así hace sonar la alarma de peligro para
advertir a cada alma contra tales asociaciones. El apóstol Pablo se
hace eco de esa advertencia: “No participéis en las obras infructuosas
de las tinieblas”.
Efesios 5:11
. “Las malas compañías corrompen las
buenas costumbres”.
1 Corintios 15:33 (VM)
.
El alma es engañada cuando confía en la política mundanal y en
las invenciones humanas en vez de confiar en el Señor Dios de Israel.
¿Podría el hombre encontrar un guía mejor que el Señor Jesús? ¿Un
consejero mejor en la duda y en la tribulación? ¿Un mejor defensor
en el peligro? Poner de lado la sabiduría de Dios para aceptar la
sabiduría humana constituye un engaño que destruye el alma.