Página 142 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Mayordomos de Dios
Vosotros, los que os habéis relacionado con esas sociedades
secretas, estáis confiando en una caña que será rota en pedazos;
no confiáis en el Señor Dios de Israel, ni procuráis diligentemente
conocer su voluntad y andar en sus caminos. Cuando invertís dinero
en esas sociedades, lo hacéis con la esperanza de hacer provisión
para el futuro. Les habéis dedicado tiempo, pensamiento, trabajo y
dinero, mientras la causa de Cristo ha sido descuidada. Cada peso
pagado a esas organizaciones se desvía de la causa de Dios con tanta
seguridad como si se hundiera en el mar. ¿Pero acaso ese capital no
os fue confiado por Dios para que lo utilizarais en su servicio, para
la salvación de vuestros semejantes? Al invertirlo donde no puede
honrar a Dios o beneficiar a los hombres, estáis repitiendo el pecado
del siervo infiel que ocultó en la tierra el talento de su Señor.
El Señor no había confiado al siervo infiel un capital abundante,
sino un solo talento. Aquel hombre no invirtió ese único talento para
obtener interés para su Señor; lo ocultó en la tierra, y se quejó de
que el Señor era un Amo duro, que segaba donde no había sembrado
y recogía donde no había esparcido. El egoísmo que manifestó y
las quejas que profirió, como si Dios le exigiera aquello a lo que no
tenía derecho, demostraron que no conocía a Dios, ni a Jesucristo, a
quien él había enviado. Todo lo que poseía era propiedad del Señor,
y le había sido confiado para que lo utilizara para Dios. Cuando dijo:
“Tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra” (
Mateo 25:25
),
reconoció que el talento era de Dios.
¿Y qué dice el Señor? “Siervo malo y negligente, sabías que
siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí”.
Mateo
25:26
. Aquí repite las palabras del siervo, y aunque no reconoce
su veracidad, muestra lo que el siervo debió haber hecho aun por
su propia cuenta. El Señor dice virtualmente: “No hiciste ningún
esfuerzo por negociar con el capital que te había confiado, y por
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ganar sobre él un interés que promoviera mi gloria en la tierra.
‘Debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera
recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y
dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y
tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al