Página 143 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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¿Deberían los cristianos ser miembros de sociedades secretas?
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siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera”’.
Mateo 25:27-30
.
Esta lección se da a cada alma que ha recibido la luz de la verdad.
Nunca deberíamos olvidar que Dios nos ha puesto a prueba en
este mundo, para determinar nuestra aptitud para la vida futura. Na-
die cuyo carácter esté contaminado con la fea mancha del egoísmo
podrá entrar en el cielo. Por lo tanto Dios nos prueba aquí enco-
mendándonos posesiones temporales, para que nuestro uso de ellas
demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas. Únicamente
en la medida en que la vida abnegada de Cristo se refleje en nuestra
propia vida, podremos estar en armonía con el cielo y ser aptos para
entrar allí.
¿Dónde estamos colocando nuestros tesoros?
La gran preocupación y ambición del mundo consiste en obtener
ventajas materiales y temporales, mientras descuida lo que tiene
valor espiritual. Esto mismo ocurre con algunos miembros de la
iglesia. Cuando finalmente sean llamados para rendir cuentas a Dios,
no sólo se avergonzarán sino que se asombrarán porque no fueron
capaces de discernir las verdaderas riquezas y porque no pusieron
su tesoro en los cielos. Derramaron sus donativos y ofrendas sobre
los enemigos de la verdad, y esperaron que en esta vida llegaría el
tiempo cuando recibirían la devolución de lo que habían invertido.
Pueden confiar sus recursos a las sociedades secretas, pero entonces
la causa de Dios queda necesitada por falta de los medios que él ha
encomendado a sus instrumentos humanos, que no sienten interés
ni prestan consideración al don que el Señor les ha hecho. Están
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enceguecidos por el dios de este mundo.
Dicen: “No tengo nada para dar a esta empresa, porque no recibi-
ré nada de vuelta. Al pagar a la logia, estoy haciendo provisión para
el futuro, y, además de esto, debo pagar por los entretenimientos que
complacen mi gusto. No puedo abandonar esas diversiones. ¿Por
qué la iglesia espera que yo ayude a satisfacer esas demandas que se
repiten constantemente? ‘Señor, te conocía que eres hombre duro,
que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por
lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra’ (
Mateo
25:24, 25
), esperando que alguna vez podría beneficiarme con ello”.