Página 177 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Una exhortación dirigida a D. M. Canright
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conduce a la vida eterna, hay fuentes de gozo para refrescar a los
cansados. El verdadero e intenso gozo del alma comienza cuando
Cristo se forma en el interior, como la esperanza de gloria. Si Ud.
elige ahora el camino que Dios le muestra y va hacia donde la voz
del deber lo llama, desaparecerán las dificultades que Satanás ha
magnificado delante de Ud.
Ningún camino es seguro, salvo el que se torna cada vez más
claro y más firme a medida que Ud. lo recorre. El pie a veces puede
resbalar aun en el camino más seguro. A fin de andar sin temor,
Ud. debe saber que su mano está firmemente sostenida por la mano
de Cristo. No debe pensar ni por un momento que tal vez no haya
peligro para Ud. Hasta los más sabios cometen errores. Aun los más
fuertes desfallecen a veces. Los necios, los confiados en sí mismos,
los testarudos y los altivos, que avanzan descuidadamente por sen-
deros prohibidos, y que se jactan de poder cambiar su conducta cada
vez que lo deseen, están recorriendo un camino lleno de trampas.
Pueden recuperarse de una caída, de un error que cometan, pero son
muchos los que dan un paso en falso que basta para determinar su
ruina eterna.
Si Ud. práctica la política de no comprometerse a fin de obte-
ner ventajas que de otro modo no podría conseguir, si Ud. busca
mediante el artificio y la astucia aquello que debería ganar por la
perseverancia, el trabajo y el conflicto, quedará enredado en una red
que Ud. mismo habrá tejido, y se arruinará, no sólo para este mundo
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sino también para la vida futura.
Que Dios no permita que su fe naufrague en este punto. Contem-
ple a Pablo; escuche sus palabras que resuenan a lo largo del tiempo:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la
fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me
dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también
a todos los que aman su venida”.
2 Timoteo 4:7, 8
. Este es el grito
de victoria de Pablo. ¿Cuál será el suyo?
Ahora, Hno. Canright, por el bien de su alma, aférrese firmemen-
te de la mano de Dios, se lo ruego. Estoy demasiado cansada para
seguir escribiendo. Que Dios lo libre de la trampa de Satanás es mi
oración.—
Carta 1, 1880
.