Página 219 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Consejo a uno que planeaba dejar la obra de Dios...
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alma y sometan todo el ser a Cristo, el agente humano, cuando sea
tentado, elegirá seguir su propia inclinación antes que los caminos
del Señor. Yo había esperado que inundara su alma la verdad que
había estado brillando intensamente desde la reunión de Mineápolis.
Pero a juzgar por las cartas que Ud. ha escrito, sé que Ud. no está
andando en la luz...
Cualquiera sea el cargo que una persona tiene en relación con la
casa editora, no debe recibir un sueldo exorbitante porque Dios no
obra de esta manera. A Ud. le faltó el colirio espiritual y necesitó el
ungüento espiritual, a fin de ver que la obra de Dios estaba fundada
en el sacrificio, y que únicamente por el sacrificio puede llevarse a
cabo...
Se han relacionado con la casa editora personas que no saben y
que no quieren saber por experiencia lo que costó a sus predecesores
establecer la obra. Cuando estos obreros aceptaron una parte en ella,
no entraron en sociedad con Dios. No reconocieron los principios
y las condiciones que deben gobernar al instrumento humano en
colaboración con la Divinidad. “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ninguna persona que no
participe de su amor abnegado está preparada para trabajar por Dios.
Muchos cometen errores y se aferran a su carga de egoísmo como
si fuera un tesoro precioso, y siguen diligentemente sus propios
designios. Cuando llamen a la puerta del cielo diciendo: “Señor,
Señor, ábrenos”, muchos oirán estas palabras: “Aquí no entra nadie
fuera de los que puedan recibir esta bendición celestial: ‘Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra
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en el gozo de tu Señor’. Pero vosotros os habéis servido fielmente a
vosotros mismos, y habéis trabajado para vuestros intereses egoístas,
siendo buenos con vosotros mismos. No os habéis hecho un tesoro
en el cielo”.
No estamos en una posición segura si por un solo momento
somos indiferentes y descuidados acerca de la salvación de nuestras
almas. Muchos tendrán que levantarse y modificar su conducta si
desean ser salvos. Nos han sobrecogido los peligros de los últimos
días. Sólo nuestra relación con la influencia divina mediante una fe
poderosa, vivaz y activa, puede convertirnos en obreros juntamente
con Dios. Los que descarten la parte de la religión que exige abne-