Página 221 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Consejo a uno que planeaba dejar la obra de Dios...
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del mundo llegan pedidos de hombres y recursos para llevar a cabo
la obra. ¿Nos veremos obligados a decir: ‘Debéis esperar porque no
tenemos dinero en la tesorería’?
El Hno. X conoce la historia pasada de la obra en la casa editora;
conoce los testimonios que Dios le ha enviado a él y a otros acerca de
la abnegación y el sacrificio. El no ignora que hay muchos campos
que han abierto sus puertas donde debe levantarse el estandarte de
la verdad, y donde se necesitan recursos para establecer la obra. Si
tuviera el Espíritu de Cristo manifestaría el sentir de Cristo.
Desertores del ejército del señor
El Hno. X, al separarse de la obra de Dios que realizaba en
la oficina, ha hecho justamente lo que yo temía que hiciera. Si se
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hubiese negado la satisfacción de sí mismo, y si hubiese permanecido
en su puesto en obediencia a la voluntad de Dios y porque ésta es la
obra de Dios, habiendo puesto todo su corazón en la obra y habiendo
llevado sus responsabilidades y sus cargas tal como las han llevado
otros antes que él, aunque no hubiera ganado financieramente lo
mismo que si hubiese estado establecido por su cuenta; si hubiera
hecho esto, habría demostrado que no era un mero asalariado. ¿Pero
cuánto sería su interés en la oficina si fue capaz de retirarse cuando
le plugo, cuando resultó en su interés hacerlo así? ¿Deberían obrar
de este modo los soldados de las filas de Cristo? Si los soldados del
ejército de la nación hiciesen esto, serían tratados como desertores, y
¿cómo considera el universo celestial a tales soldados del ejército de
Cristo? Nadie que entre en la obra de Dios y que aprecie debidamente
lo sagrada que ésta es, podría apartarse de ella para asegurarse
ventajas mundanales, cualesquiera que éstas sean.
Hno. I, Dios ha sido sumamente misericordioso con Ud. y con
el Hno. X. El os ha prolongado la vida que tanto estimáis. Os ha
concedido días, meses y años y os ha proporcionado oportunidades
para que desarrolléis el carácter. Dios os ha puesto en relación con
su obra para que os compenetraseis con el espíritu de Cristo. Cada
día y cada hora os llega como un privilegio comprado con sangre,
no sólo para que trabajaseis por vuestra propia salvación, sino para
que también fueseis instrumentos en la tarea de llevar a las almas a
Cristo, de edificar su reino y de manifestar la gloria de Dios. Dios