Página 222 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
pide que haya una devoción de todo corazón a su obra. Los que de
veras son obreros juntamente con Dios llevarán el peso de la obra, y
como el ministro enviado por él, dirán: “¡Ay de mí si no llego a ser
fiel y sincero en el cargo que se me ha confiado!”
Hermano mío, si su interés en la obra es tan poco sincero, como
lo revela el hecho de que Ud. pueda abandonarla tan fácilmente, no
tengo nada que decirle, no tengo ningún ruego que hacerle para que
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permanezca en la oficina, o para que el Hno. X regrese a ella. Habéis
revelado ambos que no sois hombres en quienes se puede confiar. Y
el ejemplo que se daría al ofreceros un aliciente adicional para que
permanecierais en ella no agradaría a Dios.
Ni por un momento ofrecería a Ud. o a ningún otro hombre un
soborno en pesos y centavos para mantenerlo relacionado con la
obra, cualquiera sea el inconveniente que ésta pueda experimentar
durante un tiempo a causa de su salida. Cristo está en el timón. Si su
Espíritu no lo dispone a Ud. a hacerlo todo y a hacerlo todo por amor
a la verdad, entonces Ud. podrá aprender esa lección únicamente
pasando por pruebas. Dios probará la fe de cada alma. Cristo nos
ha comprado a costa de un sacrificio infinito. Aunque él era rico,
se empobreció por amor a nosotros, para que nosotros mediante su
pobreza poseyésemos las riquezas eternas. Todo lo que poseemos—
nuestra habilidad y nuestro intelecto—es únicamente lo que el Señor
nos ha confiado a fin de que lo utilicemos para él. Tenemos el
privilegio de participar con Cristo en su sacrificio si es que así lo
queremos.
Los hombres experimentados y piadosos que iniciaron esta obra,
que se negaron a sí mismos y no vacilaron en sacrificarlo todo por
su éxito, ahora duermen en la tumba. Fueron los instrumentos des-
tinados por Dios para comunicar a la iglesia los principios de la
vida espiritual. Tuvieron una experiencia del valor más elevado. No
podían ser comprados ni vendidos. Su pureza, su devoción, su abne-
gación y su unión vital con Dios, constituyeron una bendición para
la edificación de la obra. Nuestras instituciones se caracterizaron
por el espíritu de abnegación.
Pero la obra se ha deteriorado en algunos sentidos. A la par que
ha crecido en extensión y en recursos, ha disminuido en piedad.
En los días cuando luchábamos con la pobreza, los que veían la
forma maravillosa como Dios obraba para la edificación de su causa,