Página 231 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes para la gente de edad avanzada
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Hemos conocido también a los pastores [H. H.] Wilcox y [Carlos
O.] Taylor durante los últimos cuarenta años. La edad pesa en estos
antiguos portaestandartes, como también pesa sobre mí; pero si
somos fieles hasta el fin, el Señor nos dará la corona de la vida que
no se marchita.
Los portaestandartes de edad avanzada distan mucho de ser inúti-
les, y por lo tanto no debe dejárselos de lado. Tienen que desempeñar
en la obra una parte similar a la de Juan. Pueden decir: “Lo que
era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos
tocante al Verbo de Vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos
visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba
con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso
os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con
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nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con
su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo
sea cumplido. Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anun-
ciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos
que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y
no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en
luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia de todo pecado”.
1 Juan 1:1-7
.
Este pasaje muestra el espíritu y la vitalidad del mensaje que
Juan dio para todos a una edad avanzada, cuando contaba con casi
cien años. Los porta-estandartes están sosteniendo firmemente sus
banderas. No sueltan el estandarte de la verdad hasta que deponen la
armadura. Una por una se van silenciando las voces de los ancianos
guerreros. Su lugar queda vacío. Ya no los vemos más, pero aunque
están muertos de todos modos hablan, porque sus obras permanecen
después de ellos. Tratemos con mucha ternura a los pocos peregrinos
de edad avanzada que aún quedan, y tengámoslos en mucha estima
por la obra que han realizado. Aunque sus fuerzas se han debilitado,
lo que ellos dicen siempre tiene valor. Estímense sus palabras como
un testimonio valioso. Los jóvenes y los nuevos obreros no deberían
descartar o tratar con indiferencia a los hombres de cabellos blancos,
sino levantarse y llamarlos bienaventurados. Deberían considerar
que ellos mismos continúan las labores de esos hombres. Quisié-
ramos que hubiese mucho más amor de Cristo en los corazones de