Página 244 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Cuando fraguamos excusas para justificar el egoísmo, los malos
pensamientos y las malas palabras, estamos educando el alma para
el mal, y si proseguimos haciéndolo, llegará a ser un hábito ceder a
la tentación. Entonces estaremos en el terreno de Satanás, vencidos,
débiles y sin valor.
Si confiamos en nosotros mismos, ciertamente caeremos. Cristo
ha dicho: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano
no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”.
Juan 15:4
.
¿Cuál es el fruto que debemos llevar? “Mas el fruto del Espíritu
es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley”.
Gálatas 5:22, 23
.
Mientras meditaba en estas cosas, sentí cada vez más profun-
damente el pecado que significa descuidar de mantener el alma en
el amor de Dios. El Señor no hace nada sin nuestra colaboración.
Cuando Cristo oró: “Padre, guárdalos en tu nombre”, no quiso decir
que deberíamos descuidar de mantenernos en el amor y la fe de
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Dios. Viviendo en Dios, mediante una unión viva con Cristo, con-
fiamos en las promesas y constantemente obtenemos mayor fuerza
contemplando a Jesús. ¿Qué puede cambiar el corazón o conmover
la confianza de aquel que, mediante la contemplación del Salvador,
es transformado a su semejanza? ¿Tomará en cuenta esa persona
los menosprecios? ¿Se centrará su imaginación en el yo? ¿Permi-
tirá que pequeñeces destruyan la paz de su mente? Aquel en cuyo
corazón mora Cristo está dispuesto a ser complacido. No piensa el
mal, y se conforma con la seguridad de que Jesús conoce y valora
correctamente a cada alma por la cual murió. Dios dice: “Haré más
precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre”.
Isaías 13:12
. Que esto satisfaga el anhelo del alma, y nos haga ser
cuidadosos y precavidos, y estar muy dispuestos a perdonar a otros
porque Dios nos ha perdonado.
La felicidad de la vida consiste en cosas pequeñas. Cada uno
tiene la posibilidad de practicar la verdadera cortesía cristiana. No
es la posesión de talentos espléndidos lo que nos ayudará a vencer,
sino el cumplimiento concienzudo de los deberes de cada día. La
mirada bondadosa, el espíritu humilde, la disposición placentera, el
interés sincero y sin afectación en el bienestar de los demás: todos
estos rasgos constituyen auxilios en la vida cristiana. Si el amor