Página 265 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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27—Los enlutados
El luto enternece y subyuga
Ha sido mi parte el ser castigada por la aflicción, lo cual ha
ejercido sobre mí una influencia enternecedora y subyugadora, ha
quitado la enemistad de mi corazón, y lo ha llenado de simpatía y
amor. Mi vida de luto
dolor y sufrimiento no ha transcurrido sin que
recibiera preciosas revelaciones de la presencia de mi Salvador. Mis
ojos han sido atraídos hacia el cielo que brilla con hermosura sobre
nosotros; he vislumbrado el mundo eterno y la sobremanera grande
recompensa. Cuando todo ha parecido tenebroso, se ha abierto un
espacio en las nubes y los rayos procedentes del trono han dispersado
las tinieblas. Dios no desea que ninguno de nosotros permanezca
postrado a causa de la intensa aflicción, con los corazones transidos
de dolor. El quiere que miremos hacia arriba y veamos el arco de la
promesa, y que reflejemos la luz para otras personas.
Oh, el bendito Salvador se halla junto a muchas personas cuyos
ojos están de tal modo enceguecidos por las lágrimas que no alcanzan
a discernirlo. El anhela aferrar firmemente nuestras manos, mientras
nosotros nos aferramos a él con fe sencilla, y le imploramos que nos
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guíe. Tenemos el privilegio de gozarnos en Dios. Si dejamos que
la confortación y la paz de Jesús entren en nuestras vidas, seremos
mantenidos cerca de su gran corazón de amor.—
The Review and
Herald, 25 de noviembre de 1884
.
Volveremos a ver a nuestros hijos
Consuelo para una madre por la muerte de su hijo
Mi corazón de madre se ha conmovido por el relato de su ex-
periencia en relación con la muerte de su hijo, y por su referencia
Dos de sus cuatro hijos habían muerto a una edad temprana: el mayor, Enrique, a
los 16 años, y el menor, Heriberto, a los tres meses. Su esposo, el pastor Jaime White,
murió en 1881 después de una enfermedad muy breve, a la edad de 60 años. En la última
parte de este capítulo se alude a esta experiencia.
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