Página 267 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Los enlutados
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Ud. pregunta acerca de la salvación de su hijito. Las siguientes
palabras de Cristo constituyen la respuesta para Ud.: “Dejad a los
niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino
de Dios”.
Lucas 18:16
.
Recuerde esta profecía: “Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en
Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y
no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así
ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus
ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de
la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice
Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra”.
Jeremías 31:15-17
.
Esta promesa es para Ud. Puede sentirse reconfortada y confiar
en el Señor. El Señor me ha hecho saber con frecuencia que muchos
pequeñitos morirán antes del tiempo de angustia. Volveremos a ver a
nuestros hijos. Los encontraremos y los reconoceremos en las cortes
celestiales. Confíe en el Señor y no tema.—
Carta 196, 1899
.
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Los niños en la resurrección
Líneas escritas a la hermana gemela de la Sra. White en ocasión
de la muerte de su hijo
Con frecuencia se marchitan nuestras esperanzas más acaricia-
das. La muerte nos arranca a nuestros seres amados. Cerramos sus
ojos, los vestimos para la tumba y los ocultamos de nuestra vista. Pe-
ro la esperanza nos hace cobrar ánimo. No estaremos separados para
siempre, sino que volveremos a encontrar a nuestros seres amados
que duermen en Jesús. Volverán de la tierra del enemigo. El Dador
de la vida está por venir. Millares de santos ángeles lo escoltan en su
camino. El rompe las cadenas de la muerte, destruye los grilletes de
la tumba, y entonces los preciosos cautivos salen con salud y belleza
inmortales.
Cuando los niñitos salen inmortalizados de sus lechos polvo-
rientos, inmediatamente vuelan hacia los brazos de sus madres. Se
reúnen para nunca más separarse. Pero muchos niñitos no tienen
madres allí. Procuramos en vano escuchar el canto de triunfo en-
tonado con arrobamiento por la madre. Los ángeles reciben a los
niños sin madres y los conducen hacia el árbol de la vida.