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Mensajes Selectos Tomo 2
Nuestros seres queridos mueren. Sus cuentas con Dios quedan
selladas. Pero en tanto que consideramos una cosa seria y solemne
morir, debemos considerar algo mucho más solemne el vivir. Cada
día de nuestra vida está cargado de responsabilidades que debe-
mos cumplir. Nuestros intereses individuales, nuestras palabras y
acciones, están impresionando a las personas con quienes nos rela-
cionamos. Debemos hallar nuestro consuelo en Jesucristo. ¡Precioso
Salvador! Siempre se conmovió debido a nuestras calamidades...
Aférrese a la Fuente de su fortaleza.—
Carta 103, 1898
.
El duerme en Jesús
En ocasión de la muerte de un esposo y padre
MI QUERIDA Y AFLIGIDA HERMANA,
Me aflijo con Ud. a causa de su dolor. Aunque no esperaba
volver a encontrar a su esposo en esta vida, sin embargo me han
entristecido las noticias de su muerte y el conocimiento de las pe-
sadas responsabilidades que Ud. deberá llevar en el cuidado de su
familia. Simpatizamos con Ud. y oraremos con frecuencia por Ud.
y sus hijos. Su esposo duerme en Jesús. “Escribe: Bienaventurados
de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice
el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos
siguen”.
Apocalipsis 14:13
.
El Padre ama a todos los que creen en la verdad y que obran
de acuerdo con ella, como miembros de ese cuerpo del cual Cristo
constituye la cabeza. Ud. ahora puede sentarse bajo la sombra de
Cristo y así obtendrá su paz. Piense en Cristo. Contémplelo con fe,
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y crea en sus promesas. No pierda la confianza. El será su apoyo.
Reclínese sobre él y dependa de él. No se aflija excesivamente, sino
reanímese, porque una pesada carga descansa sobre Ud. Confíe en
Aquel cuyo brazo nunca le fallará.
He perdido a mi esposo, y sé por experiencia cuál es su aflicción.
Pero Ud. se reanimará contemplando a Jesús. Ojalá cada día tenga
Ud. la bendición del Señor. Mi querida hermana, que el Señor la
bendiga y la sostenga.
Ya está demasiado oscuro para seguir escribiendo, de modo que
le diré buenas noches. Esté tan gozosa como pueda por el bien de
sus hijos.—
Carta 167, 1905
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