Página 292 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
El médico que tenga el valor moral para poner en peligro su
reputación al ilustrar el entendimiento mediante hechos concretos,
al mostrar cuál es la naturaleza de la enfermedad y al enseñar a
prevenirla, y al denunciar la peligrosa práctica de recurrir a las dro-
gas, tendrá una tarea muy penosa, pero vivirá él y ayudará a que
vivan otros... Si es un reformador, hablará claramente del apetito
pervertido y del efecto funesto de la falta de sobriedad en el vestir,
en el comer y en el beber, en el esfuerzo excesivo para llevar a cabo
una gran cantidad de trabajo en un tiempo determinado, todo lo cual
ejerce una influencia funesta sobre el temperamento, y sobre las
facultades físicas y mentales...
Los hábitos correctos, practicados con inteligencia y perseveran-
cia, harán desaparecer la causa de la enfermedad, y no será necesario
recurrir a drogas poderosas. Muchos avanzan paso a paso en sus
complacencias pervertidas, con lo cual introducen una condición tan
apartada del orden natural como puede ser posible.
Medical Ministry,
221, 222
[Manuscrito General titulado “Los sanatorios”, 1887].
Tal como se la práctica generalmente
.—La medicación a base
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de drogas, tal como se la práctica generalmente, es una maldición.—
Healthful Living, 246 (1888)
.
Son menos peligrosas si se las administra con sabiduría
.—No
administréis drogas. Es cierto que, cuando se las administra con
sabiduría, las drogas pueden no ser tan peligrosas como lo son
generalmente; pero en las manos de muchos serán perjudiciales para
la propiedad del Señor.
Carta 3, 1884
[A los obreros del hospital de
Santa Elena].
Se las descarta casi enteramente
.—Nuestras instituciones se
han establecido para proporcionar a los enfermos un tratamiento
dirigido por métodos higiénicos, descartando casi enteramente el
uso de drogas... Los hombres que tienen tan poca consideración por
la vida humana que tratan el cuerpo tan cruelmente al administrarle
sus drogas, tendrán que rendir una cuenta terrible a Dios... No se nos
puede disculpar si, por ignorancia, destruimos el edificio de Dios
poniendo en nuestros estómagos drogas venenosas bajo una variedad
de nombres que no comprendemos. Es nuestro deber rehusar todas
esas prescripciones.
Queremos edificar un hospital [en Australia] donde las enferme-
dades puedan curarse mediante las propias provisiones de la naturale-