Página 358 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Puede parecer el desarrollo natural de los acontecimientos
Los milagros de Dios no siempre tienen la apariencia exterior de
milagros. Con frecuencia se llevan a cabo en una forma que se parece
al desarrollo natural de los acontecimientos. Cuando oramos por
los enfermos también trabajamos por ellos. Contestamos nuestras
propias oraciones utilizando los remedios que hay a nuestro alcance.
El agua aplicada con sabiduría constituye un remedio poderoso.
Cuando se la usa inteligentemente, se ven resultados favorables. Dios
nos ha dado inteligencia, y él desea que utilicemos en la mejor forma
posible sus bendiciones destinadas a promover la salud. Pedimos
que Dios dé pan a los hambrientos; pero luego debemos actuar como
su mano ayudadora para aliviar el hambre. Hemos de utilizar todas
las bendiciones que Dios ha colocado a nuestro alcance para librar a
los que se encuentran en peligro.
Los recursos naturales, utilizados de acuerdo con la voluntad
de Dios, producen resultados sobrenaturales. Pedimos un milagro,
y el Señor dirige la mente hacia algún remedio sencillo. Pedimos
que se nos libre de la pestilencia que anda en la oscuridad y que
ataca con tanta violencia en todo el mundo; pero después de eso
debemos colaborar con Dios observando los principios que rigen la
salud y la vida. Después de hacer todo lo que podemos, debemos
seguir pidiendo con fe salud y fuerza. Debemos comer los alimentos
que pueden mantener la salud del cuerpo. Dios no nos dice que hará
por nosotros lo que podemos hacer por nosotros mismos. Hay que
obedecer las leyes naturales. No debemos dejar de hacer nuestra
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parte. Dios nos dice: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad”.
Filipenses 2:12, 13
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No podemos desentendernos de las leyes de la naturaleza sin
pasar por alto las leyes de Dios. No podemos esperar que el Señor
haga un milagro en nuestro favor mientras descuidamos los remedios
sencillos que él ha provisto para nuestro uso, los cuales, si se los
aplica oportunamente y en forma debida, producirán un resultado
milagroso.
Por lo tanto, orad, creed y trabajad.—
Carta 66, 1901
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