El fanatismo de los comienzos se repetirá
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proclamando la luz de la verdad al mundo—el peligro de desfigurar
la santidad de la obra de Dios permitiendo que la mente acepte una
interpretación vulgar del modo como Dios desea que se realice su
obra. Se me ha dado instrucción especial concerniente a la introduc-
ción de planes e invenciones humanos en la obra de proclamar al
mundo la verdad para este tiempo.
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Una vez tras otra se me ha pedido en años pasados que proteste
contra los esquemas fantasiosos e ilícitos presentados por diversas
personas. Mi mensaje ha sido siempre: Predicad la Palabra con
sencillez y humildad; presentad a la gente la verdad nítida y sin
adulterar. No déis acceso a movimientos fanáticos, porque debido a
su influencia se producirá confusión de las ideas, desánimo y falta
de fe entre el pueblo de Dios...
Cuandoquiera que se me ha llamado a enfrentar el fanatismo en
sus diversas formas, he recibido instrucción clara, positiva y definida
en el sentido de alzar la voz contra su influencia. En el caso de
algunas personas, este mal se ha manifestado en la forma de pruebas
de factura humana destinadas a obtener conocimiento acerca de la
voluntad de Dios; se me mostró que esto constituía un engaño que se
había convertido en una infatuación, y que es contrario a la voluntad
del Señor. Si seguimos tales métodos estaremos colaborando con los
planes del enemigo. En tiempos pasados algunos creyentes tenían
gran fe en el acto de establecer señales mediante las cuales decidir
cuál era su deber. Algunos tenían tanta confianza en esas señales
que llegaron al punto de intercambiar esposas, introduciendo de este
modo el adulterio en la iglesia.
Se me ha mostrado que se repetirían los engaños que tuvimos que
enfrentar en las primeras experiencias del mensaje, y que tendremos
que volver a encontrarlos en los días finales de la obra. En tales
circunstancias, se requiere que coloquemos todas nuestras facultades
bajo el control de Dios, ejerciéndolas de acuerdo con la luz que él
nos ha proporcionado. Leed los capítulos cuatro y cinco de Mateo.
Estudiad (
Mateo 4:8-10
); también el capítulo 5:13. Meditad acerca
de la obra sagrada que Jesús llevó a cabo. Así es como debemos
introducir en nuestro trabajo los principios de la Palabra de Dios.—
Carta 36, 1911
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