Página 382 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
El Señor tiene centinelas fieles en la muralla de Sion para que
griten en alta voz, para que alcen su voz como el sonido de una
trompeta y muestren a su pueblo su transgresión y a la casa de Jacob
su pecado. El Señor ha permitido que el enemigo de la verdad haga
un esfuerzo decidido contra el sábado del cuarto mandamiento. Por
este medio se propone despertar un interés definido en ese asunto
que constituye una prueba para los días finales. Esto abrirá el camino
para que el mensaje del tercer ángel sea proclamado con poder.
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Que ninguno que cree en la verdad permanezca silencioso ahora.
Ninguno debería ser descuidado ahora; que todos presenten sus
peticiones ante el trono de la gracia y reclamen para sí esta promesa:
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré”.
Juan 14:13
.
Vivimos en un tiempo peligroso. Si este país que se jacta de su
libertad se está preparando para abandonar cada principio que forma
parte de su Constitución, dando decretos para suprimir la libertad
religiosa y para poner en vigencia la falsedad y el engaño papal,
entonces el pueblo de Dios necesita ofrecer con fe sus peticiones
al Altísimo. Las promesas de Dios proporcionan ánimo a los que
confían en él. Las perspectivas de ser confrontados con el peligro y
dificultades personales no necesitan desanimarnos, sino que deberían
avivar el vigor y las esperanzas del pueblo de Dios, porque el tiempo
de peligro constituye la oportunidad de Dios para proporcionar una
clara manifestación de su poder.
No debemos sentarnos para esperar tranquilamente la opresión y
la tribulación, y cruzarnos de brazos sin hacer nada para impedir el
mal. Que nuestros ruegos unidos asciendan al cielo. Orad y traba-
jad; trabajad y orad. Pero que ninguno obre impremeditadamente.
Aprended como nunca antes que debéis ser humildes y mansos de
corazón. No debéis formular una ardiente acusación contra ninguno,
ya se trate de individuos o de iglesias. Aprended a tratar con las
mentes así como Cristo lo hizo. A veces hay que hablar en forma
dura, pero aseguraos que el Espíritu Santo de Dios mora en vuestro
corazón antes de pronunciar la verdad cortante; después de eso dejad
que se abra paso cortando. No sois
vosotros
los que debéis cortar.