Página 412 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
portancia de los tiempos en que vivimos, habrá un propósito más
decidido de estar del lado del Señor, y llegarán a ser verdaderos
colaboradores juntamente con Dios. Cuando consagren el corazón y
el alma al servicio de Dios, descubrirán que es indispensable tener
una experiencia más profunda que cualquiera que hayan tenido si es
que han de triunfar sobre el pecado.
Conviene que consideremos aquello que pronto ocurrirá en el
mundo. Este no es un tiempo para dedicarlo a las cosas frívolas o a
las satisfacciones egoístas. Si los tiempos en que vivimos no logran
impresionar de veras nuestras mentes, ¿qué otra cosa podría realizar
un impacto en nosotros? ¿No piden las Escrituras un trabajo más
puro y santo que el que hemos visto hasta ahora?
Un llamado a la reconsagración
Ahora se necesitan hombres de claro entendimiento. Dios pide
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que los que están dispuestos a dejarse dirigir por el Espíritu Santo
señalen el camino hacia una obra de reforma cabal. Veo una crisis
delante de nosotros, y el Señor pide que sus colaboradores se alisten.
Cada alma debería encontrarse ahora en una posición donde mani-
fieste una consagración a Dios más profunda y verdadera que en los
años pasados.
Durante el Congreso de la Asociación General celebrado en
1909 debió efectuarse una obra en los corazones de las personas
que asistieron, y sin embargo esa obra no se realizó. Habría que
haber dedicado horas a la investigación del corazón, lo cual habría
conducido a la ruptura del terreno de los corazones de los que asis-
tían a las reuniones. Esto les habría proporcionado discernimiento
intelectual para comprender la obra de arrepentimiento y confesión
que era tan indispensable que se realizara en ellos. Pero, aunque se
dieron oportunidades para que se confesaran los pecados, para que
se manifestara un arrepentimiento sincero y para que se llevara a
cabo una reforma decidida, no se efectuó una obra cabal. Algunos
sintieron la influencia del Espíritu Santo y respondieron a ella, pero
no todos se rindieron a su influjo. Las mentes de algunos se habían
encaminado por cauces prohibidos. Si todos los miembros de la con-
gregación hubiesen humillado sus corazones, habrían experimentado
una bendición maravillosa.