Página 42 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
de lo que el hombre puede hacer, sino de lo que Dios puede hacer por
el hombre mediante Cristo. Cuando nos entregamos enteramente a
Dios, y creemos con plenitud, la sangre de Cristo nos limpia de todo
pecado. La conciencia puede ser liberada de condenación. Mediante
la fe en su sangre, todos pueden encontrar la perfección en Cristo
Jesús. Gracias a Dios porque no estamos tratando con imposibilida-
des. Podemos pedir la santificación. Podemos disfrutar del favor de
Dios. No debemos inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de
nosotros, sino que debe interesarnos lo que Dios piensa de Cristo,
nuestro Sustituto. Somos aceptos en el Amado. Dios muestra a la
persona arrepentida y creyente, que Cristo acepta la entrega del alma
para moldearla según su propia semejanza.
En su vida terrena, Cristo pudo haber realizado revelaciones que
eclipsasen y relegasen al olvido todos los descubrimientos humanos.
Pudo haber abierto una puerta tras otra hacia las cosas misteriosas, y
su resultado hubiese sido muchas revelaciones de las realidades eter-
nas. Pudo haber pronunciado palabras que fuesen como llaves para
revelar misterios que habrían cautivado las mentes de generaciones
hasta el fin del tiempo. Pero Cristo no abrió las numerosas puertas
frente a las cuales la curiosidad humana ha estado llamando para
obtener entrada. No extiende delante de los hombres un banquete
que sería perjudicial para sus intereses más elevados. Vino para
plantar para el hombre, no el árbol del conocimiento, sino el árbol
de la vida...
Se me ha encomendado que diga a las personas de Indiana
que abogan por doctrinas extrañas, que están colocando un molde
equivocado a la preciosa e importante obra de Dios. Manteneos
dentro de los límites de la Biblia. Tomad las lecciones de Cristo y
repetidlas una vez tras otra. Recordad que “la sabiduría que es de lo
alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena
de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
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Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la
paz”.
Santiago 3:17, 18
.
Cuando los seres humanos reciban la carne santificada, no per-
manecerán en la tierra, sino que serán llevados al cielo. Si bien es
cierto que el pecado es perdonado en esta vida, sus resultados no
son ahora suprimidos por completo.